miércoles, 15 de agosto de 2012

Y mira que lo intento...

Vi el lugar, por primera vez, desde el agua, antes de zarpar. Día mariano de siete horas de intensivo y mucho cansancio por las largas noches de insomne que me estoy habituando a recibir como regalo. En breve recorrido de treinta minutos [ventaja de trabajar en agosto, por ejemplo] aparezco en casa y me calzo zapatillas deportivas y me visto pantalón corto y tirantes, además de colgarme a la espalda una breve bolsa con lo imprescindible [como puede serlo para mi un pareo, ese maravilloso trozo de tela que de tantos apuros me ha sacado contra agua, viento, frio, sol y otras hierbas desde que Ella me regalara el primero]. Corro como a plazos, en series, sin ambiciones y en bajada desde casa hasta el mar. Al principio, una Barcelona tan vacía y a medida que me acercaba a las zonas típicas han comenzado los tropiezos con los extranjeros despistados detrás de sus cámaras y girando sus mapas con cara de perdidos. Qué gente he visto... expresiones de impacto para retener [especialmente una de soledad, gélida...], parejas mixtas de razas distintas y sus descendencias de pelos y colores de piel maravillosos, parejas de iguales [especialmente de chicos, algunas de mujeres y algunas de ellas hasta mayores, esa especie que se esconde en alguna parte y apenas sale, sin que yo sepa la razón ni dónde pueden estar...], deportistas musculados de piel bronceada y sin apenas ropa, pocas mujeres haciendo top less, mucho balón en la playa repleta... El invento de ir pidiendo la canción que te apetece en ese momento y que YouTube te la facilite al instante ha provocado que se me agotara la batería y es que me he tumbado en el espigón, al sol, al menos una hora, de nuevo sucia de salitre y con el pelo revuelto, añorada y nostálgica, mientras hacía esfuerzos por seguir y resistir sin venirme abajo, que ahora no estoy entrenada como antes. Tengo un nuevo restaurante para cuando vengas. Me hubiera gustado quedarme de pie en la calle [secundaria, poco transitada, por la que corría viento fresco del norte y se escuchaba la música de la plaza de la catedral] hasta saberme de memoria toda la carta, que evocaba tantas cosas y prometía otros momentos contigo, frente a varios platos y muchas copas de diferentes vinos tranquilos. Y es que siento que se me han acabado las posibilidades de sorprenderte y eso no debería estar permitido, sino todo lo contrario...

4 comentarios:

  1. caza topless?? :P

    besos
    mizar

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  2. Te ha hecho sonreir Mizar como a mi?
    :)

    Paseo de horas. Y de años. Con un par.
    Estos paseos largos acaban en zapatillas, tirada en el sofá. O en una cena de madrugada. Sí.

    Un beso, paseanta.

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  3. ¿¿¿Eso es lo único que os ha llamado la atención de todo el texto??? ¡¡¡cochinas!!!

    :)

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  4. Me encantó tu relato de sensaciones, una postal.Un beso

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No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!