martes, 2 de octubre de 2012

Crónicas de una [crítica] nómada crónica...

No quiero otoño. Ni tener prisa por cambiar citas y encuentros que se solapan y coinciden con precisión quirúrgica y matemática. Está llegando el frío y a mi me recuerda al blanco, mil veces lo he dicho, de las montañas y me da pereza recomenzar los hábitos de temporada. Comeré setas y castañas, seguramente; lloverá y anochecerá antes y todo será negro a media tarde y frío; me deslizaré y regresará el verde y el sol. Como cada año, todo invariable; con preferencias y sin poder cambiar apenas nada para seguir en esta suerte de resignación calmada, tranquila, estable. Nómada crónica y crítica. Cuestionándome en algún rincón secreto y en voz baja si esto puede acabar por ser eterno y, como dice, si nos vemos así hasta el infinito senil que acabará con todos los tiempos nuestros. No lo sé porque no lo planteo porque no quiero saber la respuesta, seguramente; porque no me interesa proyectar hacia adelante y ver tristezas, lágrimas y nostalgias ante nuevas soledades que acaban resultando familiares. Porque estoy con el consabido carpe diem y no veo más allá porque no quiero ver [y ya se sabe que no hay más ciego que...]. Aunque sea cierto lo de que nunca [en ningún momento de la vida adulta post adolescente y de manera más bien poco interrumpida] acabé de estar sola porque soy de enamoramiento fácil: basta con perseverar y [eso sí] reunir El Requisito...

2 comentarios:

No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!