El contador debe estar marcando mal. Nadie puede tener tanto tiempo libre para instalarse en un lugar como este y perderlo. Cada cual sabrá qué espera y qué busca y, probablemente sobretodo, lo que encuentra. Yo me limito a avanzar despacio y en silencio. Hoy he regalado protagonismo, expresamente, sobre dos proyectos que han funcionado y han sido recibidos con especial entusiasmo por quienes esperaba abiertos opositores. Seguramente porque mi cara, mi cuerpo, mi voz y mi nombre no estaban detrás. He decidido no invertir energía en defenderme y quedarme sin energías luchando contra todos por el pequeño detalle de haber nacido mujer;también he decidido solamente hacer mi trabajo, tan bien como me es posible, como si el universo fuera de mi propiedad y alguna vez hubiera de ver revertidos todos los beneficios del firmamento. Lo he decidido porque es bueno para mi salud. Y una placa metálica en francés así me lo recuerda en el despacho, constantemente, cada vez que levanto la vista del pc. Reza así: "J'ai décidé être hereux. C'est bon pour la santé".
Hace mucho más de una década aprendí esa lección de quien era mi superiora jerárquica, aunque a miles de millas de mi mesa. Telemáticamente, funcionábamos. Presencia física requerida trimestralmente. Ir y venir en el día, permanecer algunas noches, incluso semanas cuando el problema era mayor. Y el tiempo acaba de devolvérmela en forma de letras, cariño y consulta. Cuántas vueltas está dando el mundo para que el pupilo enseñe a su maestro... el día en el que el superior agradece al subordinado en diferentes ocasiones su buen hacer y se aguanta con dignidad un trote largo [o un galope corto] en cinta de más de treinta minutos, después de tanta lesión, molestia y parón de gimnasio, que se sustituyó por algo bien distinto que solo desarrolla cuádriceps y destroza meniscos, entre otras lindezas. Son días de alegrías concatenadas y diversión en los rincones de cada una de las rutinas que me descubren con los pulmones vacíos y pensando que el crono sigue en marcha, hacia atrás, acercando al tercer avión que me ha de devolver a tus brazos y que se abra un paréntesis blanco y...
Hace mucho más de una década aprendí esa lección de quien era mi superiora jerárquica, aunque a miles de millas de mi mesa. Telemáticamente, funcionábamos. Presencia física requerida trimestralmente. Ir y venir en el día, permanecer algunas noches, incluso semanas cuando el problema era mayor. Y el tiempo acaba de devolvérmela en forma de letras, cariño y consulta. Cuántas vueltas está dando el mundo para que el pupilo enseñe a su maestro... el día en el que el superior agradece al subordinado en diferentes ocasiones su buen hacer y se aguanta con dignidad un trote largo [o un galope corto] en cinta de más de treinta minutos, después de tanta lesión, molestia y parón de gimnasio, que se sustituyó por algo bien distinto que solo desarrolla cuádriceps y destroza meniscos, entre otras lindezas. Son días de alegrías concatenadas y diversión en los rincones de cada una de las rutinas que me descubren con los pulmones vacíos y pensando que el crono sigue en marcha, hacia atrás, acercando al tercer avión que me ha de devolver a tus brazos y que se abra un paréntesis blanco y...
No sé si seré yo, tiempo para perder no tengo,más bien al revés. Pero si leí este blog desde el comienzo y el marcador así te lo indicó. Me gusta como escribís, aunque a veces me pierda un poco. Un beso
ResponderEliminarGracias doblemente, Fiorella: por tu tiempo valioso y por tu reconocimiento. Besos gelidos, por acá!!!
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