Estos días son larguísimos. Los trámites de entrada infinitos. Los trayectos en taxi hasta el hotel inacabables, como un viaje paralelo. Los piratas están en cada esquina y a uno ya le he tenido que quitar la maleta de las manos. El hotel tiene cuarenta pisos y hace un frío alpino, de esos húmedos que calan. Me cuesta entenderles, a la velocidad que hablan, con los acentos que tienen. Y yo que pensaba que en mi ciudad había tantas razas. Esto sí es increíble...!!! Ducha y a cenar. Con lo que me apetece socializar, ahora, hoy...
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