Hace ya muchas décadas que la vida me enseña, a las buenas y a las malas. He tenido mucho de todo, en general. Pero últimamente he aprendido algunas lecciones y, aunque suelo padecer mala memoria, se me han clavado en el alma para no separarse de mi nunca más. Sé de lo que hablo y no exagero. Suelo ser fiel a mis promesas y esto lo considero algo así. Aunque es cierto que a veces repetimos errores, cuando el cerebro secreta extrañas sustancias químicas que nos obnubilan. Las lecciones tienen que ver con la distancia y con la edad. La primera me ha ido viniendo bien muchos años. Pero ahora, con mi cambio de hábitos, empiezo a entender que otra vida es posible. La sedentaria, con matices para no aburrirme. La segunda tiene que ver con la edad biológica y la vida vivida. Hay cosas que no proceden y la naturaleza se ocupa de ponerlas en su lugar. Es cuestión de tiempo.
Hay quien celebra unos espléndidos y envidiables cuarenta y cinco, por ejemplo, rodeada de los suyos.
Mientras tanto, todo hace pensar que mi siguiente década la celebraré por todo lo alto. Como celebré el redondeo de la anterior, a saber: sola en una habitación de hotel y con el teléfono casi todo el día apagado, como pasará con mis vacaciones, esas que necesito como jamás antes necesité nada ni a nadie. Creo que para entonces habré llegado airosa a la fase de aceptación y ya no me rebele constantemente, habré dejado de sentirme como una perdedora y digerido ya la furia que no se me despega de todos los rincones de la piel. Y es que yo redondeo a lo grande y cuando añado el cero, además, cierro etapas. De manera bastante traumática pero que me es útil para construirme una coraza aislante en dos direcciones, donde ni entra ni sale nada interesante.
Todo consiste en ir avanzando, despacio, un poco cada día, tomando conciencia de qué somos y de quién esperamos llegar a ser algún día. Creo que la vida es corta, que me va a faltar tiempo de hacer todos los proyectos que no puedo gestionar hoy. Me gusta correr, apurar los segundos, empujar y poner en marcha, observar el lenguaje corporal de quienes pueblan mi día a día y que sientan toda la preocupación. Son importantes, son cruciales, son una parte del todo, son imprescindibles. Y tienen que saberlo.
Porque... Qué sucedería en el mundo si mañana dejamos de estar en él...? Cómo impactaría nuestra ausencia? A quienes? Durante cuánto tiempo? De qué manera?
La conciencia hay que tomarla cada segundo,de lo que somos hoy, ni siquiera de lo que seremos; intentar no ahondar en los sentimientos de tristeza, saber por qué, pero verlos como un momento más, sin hacer sangre.No has perdido nada, porque nada has poseido, se tú Si por naturaleza te gusta la vida, se pasarán.
ResponderEliminarQue conste que esto lo utilizo como espejo, eh :)
Mira, de la quinta!
WAS
Y cómo has sabido la añada, WAS...?
EliminarDixit, sparkling...:) Y también WAS :)
ResponderEliminarPor cierto, una quinta impagable. Y la del 62 también.
Escribes...y al final escribimos la misma historia: todo yo es un otro, dijo Lacan.
Me encantan esas preguntas retóricas que ya empezaron a cuestionarse los nearthentales. No tengo ni idea, sparkling. En cualquier caso, qué más da? Parece que somos seres extensos y contingentes. Ni mucho menos necesarios. O Sí? A lo mejor somos tan humanos como divinos.
Sigue... Andando y escribiendo. Que lo hace usted bastante bien.
:)
Sabes? Creo, a esta altura, que la vida no es lo que nos ocurre sino cómo nos lo tomamos.
Un beso, sparkling.
Gracias por lo del 'bastante', Vic... Has elegido un gran momento...
EliminarYo, en cambio, creo firmemente que la vida nos vive. Y que vivir es cuestión de actitud.
Sigue tensando el hilo rojo, si? Está siendo crucial. :)
No he acertado, ¿verdad? es que a mi me dan dos datos y me lanzo a elucubrar, vi lo de cuarenta y cinco y, la próxima década y si me descuido ya te preparo tu fiesta de cumpleaños...
ResponderEliminarSeré más cauta
WAS
Lo has clavado. Todo. Bruja! :(
EliminarEso me dice mi madre......me temo que con otro sentido..... :)
ResponderEliminarWAS