jueves, 17 de abril de 2014

Huyendo, un poco más allá del sur de siempre...

Copio a Sandra Barneda y huyo. No tan lejos. No puedo recomendar el libro, que no he leído, pero sí su fotografía en la contraportada. Bellisima. Me han hablado del argumento y la falta de tiempo me ha disuadido de llevarlo conmigoo. En el aeropuerto ya es Sant Jordi. Aún faltan días pero aquí ya hay puestos de librerías dónde antes solo había baldosas brillantes y vacías. Huyo. Tengo ganas de llegar pero no sé a dónde voy y confieso que eso me inquieta un poco. Una vez pueda ubicar la maleta roja, instalar lo poco que me llevo y vaciar el neceser verde en su lugar, todo será un poco distinto. Luego creo que necesitaré ubicarme en el espacio, saber dónde estoy (for the first time porque nunca antes he debido preocuparme de eso...) y buscar el mar calzando zapatillas de deporte. Nadar. Leer. Echar de menos. Correr. Estar en silencio. Dormir. Recordar. Alejarme de lo que me conecta. Pensar en lo que ha de venir. Generar ideas. Observar... La soltura que se tiene cuando se viaja por trabajo desaparece por completo en vacaciones. No es lo mismo comer sola entre una multitud cuando cumples con objetivos o misiones. Pasa a ser vergonzante cuando se es única, extraña, rara. A menudo la felicidad ajena resulta insultante. Pero la habitación puede convertirse en un refugio en el que estar a salvo de todas las cosas que agreden cada día. En cualquier caso, la suerte está echada. Sé que lo primero que haré será quedarme dormida antes de despegar. Hoy me pesa la cabeza. Un vino y medio gin tonic pudieron anoche conmigo...

1 comentario:

  1. Las cabezas pesadas no son buenas para nada. Me hubiera tomado contigo otro medio gin tonic. Que "un poco más allá del sur de siempre" aligeres la cabeza, la que está sobre los hombros, y la de entre pecho y espalda, sólo depende de ti. Bueno, vale, a veces es también cuestión de tiempo, y otras simplemente se produce un chasquido, o un cling o un clang, algo que nos hace volver de donde sea que nos fuimos. En realidad, al final, lo que se acaba echando de menos es a nosotras mismas. Un día el amor propia te arrea una colleja y estás de vuelta. La felicidad ajena es hermosa, y espero que pronto la tuya lo sea también.
    Un abrazo centrípeto, sparkling (:

    ResponderEliminar

No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!