viernes, 27 de febrero de 2015

Siempre empezando...

Nuevas vidas, etapas e historias. Cuando desde fuera se ven a otros fácilmente instalados en sus rutinas, aunque la prota sea distinta. Todo en el mismo sitio. Igual. A pesar de los meses que se nos vuelan. En la creencia de que todo ha cambiado. Pero no. Los mismos trayectos hacia el sur, en el mismo medio, con idéntica soledad, arrastrada, los secretos y los jardines y los compartimentos estanco [tan criticados cuando eran mios] siguen todos ahí, sin moverse ni un centímetro. Quizá se modifiquen algunos paisajes y el norte sea el nuevo este. Pero no se engaña a nadie, a estas alturas. Aunque se puedan llorar sonrisas o, mejor, reir las lágrimas que te devoran por dentro, toda el alma. Y creer que continúas, mientras protagonizas el enorme drama de vivir intentando disimular todo aquello a lo que no quieres enfrentarte, en todas las ignorancias.

Siempre empezando por una misma, sin que otros ombligos existan, creyendo que el universo acaba a tus pies o que el cielo está en unas manos mucho menos diestras de lo previsible, visto el carrerón, para sorpresa de propios y hasta extraños, los que compartían caricias, secretos, voces y alguna alegría. Y, mientras, todo ha avanzado tan deprisa en otras latitudes que ha modificado todos los entornos y los futuros, cambiando panoramas, escenarios y exteriores, incorporando esperanzas e ilusiones. Sí. Cambiándolo todo y volviéndolo del derecho, porque antes era justamente cuando estuvo del revés. Y por fin siento que empezar es una de las mayores suertes...

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