He movido ficha, he provocado, le he dado a algún resorte. Estoy segura. Y, con o sin este calor húmedo, se despertaron todas las cosas guardadas, las que hacían cola y esperaban con paciencia y elegancia, silenciosas y, sin embargo, dolientes, dolorosas, punzantes y hasta hirientes. De pronto. Aquí dentro. Surgieron necesidades, deberes, algún pequeño sueño para restaurar vivencias y ordenes necesarios, provocado por una disciplina que he aprendido a no practicar desde que sé un poco [más que antes] de paciencia, desde que improviso más, desde que me dejo vivir como nunca.
Por unas horas todo pareció ordenado, en su lugar, recompuesto. Demasiado fácil, diría, frente a la verdadera complejidad del asunto. Un espejismo. La vida me calzó una bofetada con la palma de la mano abierta, sin preaviso verbal o escrito, como mandan los cánones, por ingénua y por merecerlo.
Y, sin embargo, me siento bien. Ahora que sé que mis actos han servido para desahogo y recomposición, para verter lo guardado dentro, contenido, retenido en las vísceras. La enfermedad no es un camino. El cuerpo grita lo que la mente calla. Y todo está bien así. Porque alguien se ha liberado de lo que tenía que decirme cuando he pedido perdón, postrada de rodillas, con los brazos abiertos en cruz, liberándome a mi misma del peso de la culpa [esa que Santa Teresa dijo que era huérfana. Pues no: suele tener padre o madre. Queyolosé], reconociéndola como quién paga un precio en una negociación, fría y lacerante.
He necesitado mi tiempo. Me lo tomé con calma grande, sin prisa. Por vergüenza, temor, timidez e inseguridad. A partes iguales. O quién sabe. Pero lo hice, enfrentándome a mis fantasmas propios y particulares, venciendo reticencias, esperando comprensión y, con suerte, compasión. Pero regresaron algunos reproches que duelen por ciertos o desconcertantes y alejados de la verdad.
Y todo está mucho mejor, hoy: yo dí lo que sentía desde dentro y he recibido lo que siempre he merecido porque según mi propio veredicto siempre fui culpable...
Te ha faltado la alfombra de clavos. (; Es que te he visualizado.
ResponderEliminarUn abrazo, sparkling
También faltaba el flagelo y el bisturí para practicar una incisión a lo largo de las venas, longitudinal y limpia, irreversible.
EliminarPero no! Soy una superviviente que reincide y estoy mucho mejor.
Gracias por el abrazo.
Si sigues por ahí, te veo en septiembre... ;)
Beso, laaaargo.
Nos vemos en septiembre, superviviente (:
ResponderEliminarAbrazo.