De nuevo una primera vez de tantas cosas. Maravillosa oportunidad tan cerca de todo. De casa. De mis calles. De mi vida. Sorprendente e inesperada, sin programar apenas. Miramos un lugar para ahora y el plan de mañana, hora a hora. Nada, más allá de eso. Estoy adormecida después de una semana intensa y crucial, de una deseada siesta que, a pesar de todo lo esperable, solo ha durado una hora. La mente ha desconectado, tan poco. Sirve igual. Porque hay risas contagiosas, muchas ganas, ninguna prisa, tiempo por delante y un sofá gris. Has decidido ducha y sigo tumbada, pensando que cuando acabes igual me encuentras dormida. Pero no. Sirve como título inducido y provocado para que improvise este párrafo. Hoy no voy a acostarme temprano, por la misma razón por la que anoche el sueño fue breve, después de improvisar un cambio de cena, fuera de tiempo. Hay inevitables...
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