lunes, 23 de mayo de 2016

Qué fuerte me parezco...!

Supongo que es una suerte de espejismo. No quiero pensar que sea provisional o un accidente. Ojalá sintiera que es definitivo y no sólo transitorio. Porque, sin embargo, me siento fuerte. Súper fuerte. Incluso superlativamente. Además, también me siento en calma. Y serena (como la Williams). Consciente de todo lo que queda por hacer pero con tantas ganas, con todos esos planes que aletean en mi cabeza y voy cortando como puedo, mal, porque nunca he sido de las que saben esperar. Y me impaciento, a pesar de que intento contarme, bajito, que no pasa nada si dejo de ser el ser resolutivo por excelencia que he sido siempre. No pasa nada. Sigamos. Adelante. Ya pasó, ya pasó...

Volverán los miedos. ¿Para qué engañarme?

Inspiro lenta y conscientemente, las manos elevadas sobre el teclado negro con letras blancas. Me recuerdo en modo pánico y contextualizo. Al final las cosas fluyen y he aprendido a preocuparme solo cuando no queda remedio, unos minutos antes. Reconozco haber cambiado mucho en eso, sí. No sé la razón, exactamente. Diría que hay muchas. Y que todas son una consecuencia, un efecto y una conclusión de lo vivido.

El buen tiempo, la ilusión de una jornada intensiva que este año sí espero poder disfrutar, los cien deportes y actividades que pienso compartir, la ropa de verano fuera de sus bolsas y amontonada para re planchar. A mi me gustan el lino y el algodón. La Keli me va a matar cuando vea el panorama de hoy. Los pies helados, ahora, gracias a las primeras sandalias de la temporada. Todo huele a verano, aquí. Y unas ganas locas de pisar arena, de pasear arena, de posar, de re posar...

A pesar de las previsiones y de todos los pesares a mi nadie me va a quitar estas ganas de comerme medio universo, de hacer las cosas pendientes, de divertirme haciendo cosas que liberen mi adrenalina de su prisión, de saberme libre y con las ataduras justas, haciendo lo que de verdad apetece, en cada momento. Ahora que estoy entera, completa, sin mutilar. Ahora que mover los brazos no me duele porque aún no hay cicatrices. Ahora que sigo siendo yo. Y que tal vez sigo oyendo esa voz que recomienda tirar adelante. No a los lados. Nunca hacia atrás...

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