miércoles, 13 de marzo de 2019

Una bufanda en primavera...

Catorce grados y cae una leve lluvia que ni siquiera está mojando el suelo de las calles.

Es día de bufanda. Aunque siga teletrabajando y no haya salido de casa, a pesar de tenerlo previsto y en la agenda. Aunque lleve un fino jersey de punto. Aunque frío no haga.

Pienso en la que para mi es la mejor definición de bufanda: "dícese de la prenda que la abuela le pone a su nieto cuando ella tiene frío". Cierro paréntesis que distrae.

Siempre me hace sonreír, la definición. Aunque hoy no tenga ningunas ganas de hacerlo.

Mi bufanda, hoy, es de otro estilo: como si alguien estuviera presionando con las dos manos y por la espalda mi garganta, ni muy fuerte ni muy suave. Lo justo para que el oxígeno entre con dificultad, como entorpeciendo la respiración normal, algo parecido al ahogo y a la sensación que le acompaña. Y miedo. Y como a traición, sabe.

No sabría decir a qué es el miedo. No soy capaz porque aún estoy reconociendo, mientras trago con poca facilidad, que algo no anda bien y no he empezado a hacerle frente. Es todo reciente, aún. No parece que urja, tampoco. Es, por el momento, un darse cuenta, tomar conciencia, mirar al infinito levantando la cara del teclado y la pantalla y suspirar, despacísimo.

Me sigue costando respirar...  

1 comentario:

No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!