jueves, 3 de octubre de 2019

Juguetes e insomnios...

Este lugar hace mucho que dejó de ser mi juguete. Nada tiene que ver con las modas. Durante años fue refugio, instrumento, terapia y medio. Hoy a veces todavía.

Aqui he llorado y se me ha helado, literalmente, la sangre. Cosa que sucede cuando descubres que te mienten, omiten o no te cuentan. Te traicionan, de una manera evidente. Y devienes insomne unos días. Se te acorta el apetito y el semblante se agudiza de seriedad y facciones caidas. Porque esos episodios coinciden con el principio del fin. Irreversible, por desconfiado, por el dolor y el nunca más, por descreída. Pero sobretodo, sobretodo, por esa decepción negra que lo tiñe todo y que ya no te permite ni mirar ni ver de la misma forma a la contraparte.

Es duro, ese proceso. Es más fácil con las habilidades adquiridas a base de repeticiones (dolorosas, claro). Pero duele. De verdad duele.

Ha habido por aqui millones de momentos preciosos, compartidos, llenos y mágicos, testigos del crecimiento hacia la madurez, la serenidad y la satisfacción. Prueba demostrativa de que la vida me vivía con pasión, dejando rastro y huella. Eternos. Y yo no presentaba oposición alguna, generalmente despreocupada.

Pero eso es otra historia, quizá. Hoy el mensaje es que estoy insomne. Y que el insomnio me atacó por la espalda, por sorpresa, con nocturnidad y especialmente desprevenida. Con la guardia baja. Parezco nueva...!

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