Aprendemos a ordenar las horas de cada día, ahora que son tan parecidos o hasta repetidos. Jugamos con las diferentes opciones, tan limitadas, y elegimos alguna. A veces erramos, a veces hacemos descubrimientos maravillosos (Unorthodox, por ejemplo). Nos cansamos y queremos cambiar. Estamos tan descansados que bendito sea el ejercicio de (casi) cada día. Nos contenemos para no comernos toda la ansiedad. Y nos movemos. Conectamos con quienes están y también con los que hace tanto que ya no. Aparecen voces pasadas que siempre aguardaron en ese rincón especial y te recuerdan que sigue importando aquello que os unió. Tendremos que aprender a racionar las diferentes ofertas, por si terminan por acabarse antes de lo previsto; porque mañana no será otro día. Mañana será un poco más de hoy, alargado...
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