lunes, 10 de agosto de 2020

Belleza y aprendizajes...

Es fascinante ver cómo cambia todo y se reordena el órden mundial, cómo aprendo paciencia muy rápido y a fijarme en lo que tengo muy cerca, cómo me voy manejando con la incertidumbre de lo que ha de venir a la vuelta. Me fascina igual haber mejorado notablemente mi capacidad de escucha activa, la contención, la no explosión. Y la empatía.

Me faltan grandes cosas en alguna ocasión como poder hablar, explicarme, ser escuchada, contar mis razones, vivir en calma, destinar tiempo y energía a cosas que me permitan crecer un palmo, relativizar, mejorar mi autoestima. Por ejemplo. Pero ya estoy trabajando en ello!

Nada de ésto, de todos éstos cambios, era previsible ni formaba parte del plan, para mi. Y, sin embargo, estoy súper satisfecha de mis avances. Modestos, pero avances, al fin y al cabo.

La belleza es sublime y la de los gestos a mi me quita el aliento. Hechos, no palabras. Como el de adivinar la generosidad. Ponerse en la piel del otro y tratar de sentir lo que siente: un domingo por la tarde en agosto la casa vacía te devora completamente en unos segundos. Cualquier cosa es mejor que eso. Hasta deshacer el camino en coche, a solas, de noche, con dos manos apretándote la garganta, completamente perdida, sin orientación. Interpretando señales de tráfico que a veces no entiendo y pisando el acelerador, con la música alta. Ruido. Necesito ruido para no escuchar mi silencio. Ni mis gritos.

Y una voz al teléfono acompañándome durante el camino. Calmando. Escuchando. Relativizando. Dando esperanza. Generosa. Proponiendo planes. Abriendo puertas y ventanas... Esos son los gestos bellos al final.

Me quedo con la belleza cambiante de lo que me rodea, que también me fascina. Las lluvias, el rio, las puestas de sol, los verdes, algunos rincones, los paseos, el silencio y las pequeñas cosas. Paz. Rutinas. Calma. Tranquilidad. Silencios. Como tengo pautado y necesito.

Me quedo con todo eso y lo valoro, como si no hubiera nada más importante en el mundo ni un mañana al que agarrarse...

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