jueves, 13 de agosto de 2020

La vida, cuando se hace bola...

Suceden etapas en las que todo es aéreo, líquido, sutil y fragil. Los cada vez menos compartimentos estanco tienen filtraciones y más que frentes una planta cara a frontones. Abiertos. El más difícil todavía.

Mire dónde mire hay algo que cambiar y decidir. Y me preguntan si soy impetuosa, respondo solemne que creo ser resolutiva y no convenzo. Está claro que, si hay que decidir, se decide, sin dilaciones ni procrastinaciones y poca paciencia. Pero se da el paso. Quién dijo miedo? A los errores, mucho miedo...

Las incertidumbres agarrotan la garganta [la faringe y la laringe, me puntualizaron hoy] y puedo trabajar respiración y algunas vocales. Sabemos que mejora esa ansiedad que se me ha pegado como el calor de agosto pero en ningún caso soluciona el origen del conflicto. Eso es obvio.

Vuelvo a mirar cientos de casas y no veo ningún hogar. Verlos llenos de muebles espantosos no ayuda mucho. Pero imaginarlos vacíos [en los dos sentidos] es misión imposible y algo desgarrador. No saber si busco aquí o mucho más allí es más desolador aún. Mar o montaña? Moderno o singular? Céntrico o apartado? Luminoso o más moderado? Cómo de grande? Sigo nómada o me instalo? Mar o montaña? Moderno...? Bucle. Infinito.

Palabras clave: ansiedad, desolación, desconcierto, preocupación e incertidumbre. #nostamal #semehacebola

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