martes, 22 de septiembre de 2020

Memorable y sublime...

Hay cosas sublimes.

Y luego está que te den la mano en el primer Movimiento de la Novena (o era el Segundo?) en la penúltima fila central del segundo piso del Palau y que la caricia se prolongue durante casi la totalidad del concierto, reposando nuestras manos, la una sobre la otra [la mía encima], cómodamente en mi pierna derecha, sin mirarnos y en silencio hasta que estallaron los aplausos.

Hay momentos memorables.

Y luego está que, como en la canción, me llames después de habernos colgado, solo para decirme que me quieres. No consigo desprenderme de la cara de sorpresa/ilusión/alegría/felicidad que tengo desde entonces...

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