Why do I love you?
I love you, not only for what you are,
But for what I am when I am with you.
Not only for what you have made of yourself,
But for what you are making of me.
Es un extracto de una canción de la americana Mary Carolyn Davies, que no he encontrado, y que a su vez aparece citada en un libro de William Clement Stone que me leyeron ayer muy parcialmente mientras estaba tumbada sobre una alfombra con la mirada perdida y los pensamientos distraídos y bebía un té que no consiguió arrancarme el frío y no me dejaba chupetear por una perrita simpática que solo perseguía jugar conmigo.
Nos detuvimos en esta estrofa y nos pareció que era bonito amar de esta manera, así, como hacia el otro y hacia fuera, con generosidad, creciendo. También comentamos con naturalidad lo bonito que es amar y que te amen, a la vez, con conexión, de la misma forma. Porque si son maneras distintas no es tan bonito.
Pasear por la playa acompañada por alguien que te arropa el alma, despidiendo octubre y esperando la luna llena tiene varios efectos beneficiosos pero también entra arena en el interior de los zapatos, te despeina, te encoge y te minimiza porque no puedes dejar de mirar, ni un momento y con mal disimulado interés, los veleros minúsculos que navegan ante ti, allí, muy lejos, arriba y abajo, pensando que tal vez...
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