De lejos. De espaldas. Desde otras habitaciones. En la calle. Sin vocalizar. Con un hilo de voz. Con displicencia. Como si fuera lo normal. Hacia abajo. Sin respirar. Todo seguido. Plano, sin entonación. Tras una puerta cerrada. Muy grave. Desde muy abajo, desde tan arriba. Susurrando. A media risa. Con viento.
Os pensáis que sí. Pero no! No os entiendo. No os oigo. Debo pedir que lo repitáis. Una o varias veces. No comprendo lo que me decís o preguntáis. Crispante. Desesperante. Los acúfenos no paran de aumentar, de superponerse, de añadir agudos nuevos. Hasta en eso me parezco a ella. Me lo hago repetir todo. Me enfurece. Y cada día me aislo un poco más...
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