Recientemente me han enseñado que la vida hay que navegarla, agradecerla, sonreirle, disfrutarla y que es un cúmulo de cosas muy pequeñas. Diminutas y minúsculas, a veces. Como un helado de horchata. O ver la luna llena desde un banco del puerto. Hornear un pastel sin huevo y comer frugalmente después de pasear en bici por la ciudad. Leer y pensar en positivo. Sentarse con los pies colgando en un rincón del parque a comer una hamburguesa.
Que hay que mirar adelante y que solo nos tenemos a nosotros mismos, por ejemplo. Que no hay que confiar mucho en que alguien venga a tenderte la mano en caso de necesidad y que es imprescindible tener una pasión, definir un par de sueños que estimulen a crecer, y esforzarse de manera sostenida por conseguirlos.
Que hay que ir día a día, paso a paso, partido a partido, con una paciencia infinita y sin precipitarse, reflexionando cada decisión y rediseñándose una misma si es importante, puliendo detalles grandes o pequeños.
No sé si seré capaz de asimilar y naturalizar tanta sabiduría, esa es la verdad. Pero estoy intentándolo con todas mis fuerzas, para no tropezar, para tener un camino y poder avanzar sin compartir que se mueve alguno de mis proyectos y que ayer visité un local que me pareció muy poco interesante, por ejemplo, aunque el barrio era bonito y la zona tranquila.
Compartir. Qué palabra tan bonita...
Que la vida también avanza y hay que estar atenta y concentrada ante las derivadas y los caminos que se abren como milagros, a veces. Un mundo de oportunidades...
N.B.: es muy fácil recordar las cosas buenas, cuando las hubo. La pena de hacerlo es que a mi me hace llorar...
Tu nota final son mis iniciales!!!!jajaja..y me ha hecho gracia..pq hace unos posts te comente q tb habia q agradecer los momentos buenos q las relaciones pasadas nos habian ofrecido.
ResponderEliminarLa vida esta llena de coincidencias..😉
Ahhh..seguro q llegara el momento en que dejaras de llorar...