Sí. Lo dice una nostálgica recalcitrante. Y son más difíciles a medida que pasan los años porque se suelen acumular ausencias y se suman vacíos. Hay sillas sin ocupar y se agolpan los recuerdos, incluso si mudamos de escenario. Persiguen.
Lejos de ilusionar, debilitan y entramos en un paréntesis raro en el que nos separamos de quien nos acompaña cada día para reunirnos con aquellos a quien corresponde. O nos quedamos solos. O no celebramos, aunque estemos acompañafos.
Son fechas difíciles, extrañas, largas, desconcertantes y nos impacientamos, ansiosos por regresar a nuestra realidad y retomar comtumbres y rutinas y hábitos, no muy grandes, en éstos últimos tiempos...
Extrañamos lo que no tenemos y nos cuesta entender que nuestro lugar sea en esta compañía. Y me han contado que hay gente a quien le gustan estas incertidumbres provisionales que interrumpen la vida...
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