martes, 29 de diciembre de 2020

También hay días muy difíciles...

Una nunca sabe a quién o qué va a echar de menos. 

Por alguna razón nos vemos fuertes en los momentos de debilidad y no nos comprendemos tomando decisiones que forzosamente van a impactar en nuestra vida. Entonces es difícil de ver. Seguramente ni lo sabemos, actuando por impulso. Pero sucede. Tarde o temprano sucede. Se caen los velos y se recuerda lo que fue bueno o nos hizo felices. Y cuando estás en el centro de una nueva etapa que entonces parece estupenda, es imposible darse cuenta de que la veremos más tarde con una perspectiva que distorsiona. Y probablemente nos arrepentiremos de haber tomado esa decisión que nos parecía maravillosa y la única. Nos equivocaremos. Tantas veces.

A veces, extrañamos lo irreversible... Y lo imposible.

Crepita la leña en un fuego difícil de encender. Estoy en baja forma y no había manera de que arrancara. Se consumen los troncos como si llevaran media vida cortados, incandescentes. Me ha costado conducir y me veo desde fuera, crítica. Me han costado muchas cosas hoy. Dormir. No llorar por la carretera, no olvidarme nada en la compra elemental, no sentirme en el Polo. No sentir, ni mirar al frente. Solo hoy. Solo ahora. Nada más. Tragar y comer. 

Cierro volviendo al título. Porque está siendo un día muy difícil, la noche se adivina fría y muy larga y ni siquiera soy capaz de pensar en mañana...

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