Voy a huir de los tópicos. De aquello de que nacemos y morimos solos. Esto es sabido y nadie lo cuestiona, aunque sea tan difícil de incorporar a nuestra vida. Dueante toda la vida.
Hoy toca valorar pequeñas cosas. Ínfimas. Mínimas. Insignificantes, pero tan importantes.
Y pensar en las primeras veces de la soledad recordando aquello de “cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez”?
Cuando eso tiene respuesta positiva. Cuando empiezas a saber que, de manera rutinaria, paseas, haces la compra, sales con la bici. Cuando todo eso se hace por costumbre en soledad. Cuando vas al cine sola, por primera vez. Y piensas en cómo ocupar el tiempo contigo misma.
Entonces, hay un punto de inflexión sin retorno, un después irreversible y se produce una fractura invisible que cambia las reglas del juego, la vida en sí, el presente y el futuro...
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