La perra anda sin peinar y vagando por la casa, olisqueando tu ausencia en los que han sido tus rincones. Echa de menos tus largas sesiones de mimos y caricias. Ayer vi un capítulo de nuestra serie y no pude acabarlo. Nada me hizo la gracia de cuando la veía tumbada contigo a mi lado, en éste sofá. He cenado rápido un delicioso puré de verduras que cocinamos hará un par de días, con la cabeza gacha, sin erguir la espalda y la mirada fija en el plato. Sin ningún tipo de interés. Tengo que cambiar las sábanas, mañana. Y no quiero perder tu olor. Me gusta saber que dormiste ahí. Veo los huecos y los vacíos que has dejado tras de ti y no sonrío, como cuando llegaba a casa y, al escuchar lis ruidos de los cerrojos moverse, se filtraba inmediatamente tu “Hoooolaaaaa!!!” por los rincones del pasillo hasta llegar a la puerta principal, que me apresuraba a cerrar por dentro, doble vuelta de llave, saboreando que contigo y conmigo ya no esperábamos a nadie más... I miss those days...
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