sábado, 24 de abril de 2021

Radiografía de un momento...

Ando en busca de la calma para enfrentarme a lo que cuesta y no está en mis manos. De la compañía, de la mano, del cariño... Es probable que no sea tan difícil y que dependa más de mi de lo que quiero reconocer. Pero es que llega ahora que voy justa de fuerzas. Y estoy llena de miedos.

Es un circulo (sin ningún vicio, por cierto: es un círculo perfecto) sin principios y de final incierto. Quiero cambiarlo todo y llegar a puerto, a casa, al abrazo que reconforta. Y, sin embargo, todo se mueve y está desierto. 

Disimulo la decepción y la pena de los planes que no han sido. Trago lágrimas que no quiero que sean y tengo los ojos rojos. De normal, quiero decir. Durante un día de cada día. No puedo responder a los bienintencionados que quieren saber cómo estoy porque me vengo abajo. Y así. Muy pequeña. Muy gris. 

Me lleno y me ocupo pero nada es perfecto y la tristeza se cuela por las rendijas de los inevitables tiempos muertos. No tengo éxito volviendo a llenarlos y a menudo me siento en un rincón y tampoco puedo evitar visitar tiempos pasados. No fueron necesariamente mejores, no. Y eso es otra pena grande.

Aunque podría, no protesto ni me quejo; no me pido el papel de mártir. Reproduzco los fotogramas de éstos tiempos extraños tan difíciles de definir. Al menos yo no sé cómo explicar que vivir sin compartir la vida, las cosas buenas y las malas, es vivir menos...

Esta es la foto de una epoca incierta, que debería ser bella y completa y segura y tranquila y en calma. Por cientos de motivos preciosos. 

Y, sin embargo, me he declarado las guerras...

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