No hay un reencuentro más bello ni emotivo.
Verlo me arranca lágrimas silenciosas, cada vez.
Me parece de una elegancia, sutileza, fuerza y valentía incomparables y siempre pienso que esa es una forma espléndida de enfrentarse a algunos fantasmas del pasado, de reconciliarse con alguien importante, de cauterizar heridas, cerrar etapas. Reconocerse y reencontrase.
Estoy hablando de la performance del MOMA en 2010 entre Ulay y Marina Abramovic. Hacía veintitrés años que habían dejado de colaborar, de ser.
Ulay murió a principios de 2020...
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