Qué difícilisimo es acabar historias, relaciones, fases, etapas o vidas. Qué simple, a veces, iniciarlas…
Y cuando empezamos, entre concierto y desconcierto, novedades, ganas e ilusiones, abogo por la honestidad, por el no dar por hecho lo más elemental. A veces es necesario informar de banderas rojas [no matarás, no robarás, no saltarás de cama en cama cuando me de la vuelta para volver a casa en AVE…].
Otras veces hay que rasgarse las vestiduras y desnudarse entera: soy esto, tengo limitaciones, handicaps, sueños y miedos, además de algún proyecto, varias fobias y alergias [entre ellas a los hijos, en general y en particular. Sorry, demasiado tarde: no puedo deshacerme de ellos y no quiero hacerlo].
Hay que ser sinceras, honestas, transparentes y contarse enteras. Así no hay errores ni confusiones, no se dirá eso de “no me dijiste que…” ni se dará por supuesto nada. Ayudaría a decidir si elegir o no y, en éste último caso, seguir adelante con el casting a #mujerdemivida…
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