Las vidas que llevamos vividas, ¿verdad? ¡cuántas!
Y todos los y todas las protagonistas de cada una.
Soy de las que mira atrás con relativa frecuencia.
Siempre me han llamado nostálgica. Así que es cierto: lo hago.
Miro atrás, decía, y voy viendo bloques de años, de momentos, vidas, personas y, por tanto, vacíos y ausencias.
Claramente delimitados en lo que es normal: infancia, adolescencia, COU, la facultad, elegir sofá, problemas para un embarazo y el etcétera que me trae hasta aquí.
En una nueva vida en la que recordar mi maternidad o la época de crianza es un esfuerzo titánico. Aunque parezca mentira.
De pronto ser madre es escuchar la voz de tu hijo por teléfono cuando está angustiado. Cuando está feliz es improbable. O la de tu hija, por el mismo medio, cuando tiene crisis sobre quién es o quiere ser, que todavía no lo tenemos demasiado claro...
Juventud.
Cuando cambias de lugar de residencia a mi edad, de funciones laborales (parecía imposible, ¿verdad? pues no!), de entorno, pues te desorientas bastante.
En la vida misma, quiero decir.
Y en eso pienso a menudo. Y aquí lo dejo escrito, que luego me regañan porque tengo este lugar muy abandonado.
Y eso no puede ser...
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