Llevo algunos días dándole vueltas. He pensado varias veces que las pequeñas cosas que iba consiguiendo iban a permanecer como ingrávidas en el tiempo, suspendidas. Tanto determinadas cosas como algunas personas. Como si a veces devinieran certezas y mi convencimiento de su inmovilidad absoluto. Y luego los acontecimientos lo modificaron todo, el paisaje cambió, hubo ausencias. Y esos cambios pasaron a ser definitivos. Esos sí.
Luego existieron incorporaciones de otros personajes [principales, secundarios, extras] y se produjeron cambios de tipo laboral, también. De esos que jamás te imaginarías y que llegan por sorpresa, inesperadamente. Incluso todo eso volvió a cambiar, modificándome nuevamente.
Digamos que ahora una está estable en su vida nómada [que agota pero no cansa], con sus compartimientos estanco de los que llevo hablando ya algunos años, cambiando de chip y de personaje hasta cuatro veces, algunos días. Veo a mi ascendiente, a mis descendientes, este despacho, a quien me acompaña... y me asusta pensar que algo pueda cambiar, consciente de que también los cambios que me aterran son previsibles, que es cuestión de tiempo, en todos los ámbitos.
Siento miedo. Como siempre cuando me enfrento a determinados cambios. Aparece el fantasma de la soledad y me atrapa la garganta, dejándome inmóvil, en el sitio.
Y sin embargo sé que habrá cosas insospechadas, puede que incluso sigan apareciendo personas encantadoras que me resultan arrebatadoramente interesantes y atractivas.
Una estas cosas las adivina...
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