Un par de días de desconexión, de descompresión. A menos de quinientos kilómetros. Miles de pasos [perdidos, seguidos, rítmicos y acompasados, cortos, de lado] y cuatro restaurantes. Palabras, silencios, abrazos y besos: incontables. Dos desayunos. Siete horas seguidas de sueño. Dos y media para regresar contemplando, distraída, los paisajes. Doscientas sonrisas. Caricias a un metro por hora. Ah. Y quinientas duchas...
Limpia, un rato.
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