Me da pereza escribir si veo los días que han pasado desde el último post. Y me da pereza igual, sin verlos. Esa sería la palabra que llena bocas. Pereza. Me sorprende verme sin ganas ni temas ni ideas ni inquietudes. Ni nada. Hay cosas que no cambian nunca y otras que son como son. Pero esta sensación es nueva y el silencio prolongado en el tiempo es incómodo. No quiero leerme. Ni que me lean. Tampoco. Y eso, evidentemente, hace que me repiense la razón de esta ventana al público. Si quiero intimidad basta con hacerlo privado y desaparecerme. Ni que fuera a ser la primera vez. Pero tampoco aquella vez primera [o segunda] en la que decidí cerrarlo [estaba siendo un poco perseguida y/o acosada, todo hay que dejarlo escrito] me sirvió de nada y tampoco me fue de ninguna utilidad. Así que se me fueron las ganas. De cerrar el blog, digo. Y de escribir. Y hasta de correr o cuidar mi dieta o ser amable cuando tengo [es un pequeño símil, un guiño] la boca llena de culebras y las peores intenciones y sin embargo.
La Pereza es buena porque invita a la reflexión.
ResponderEliminarY la decisión que tomes será siempre buena.
Desaparecerás como el calor de un sol invierno
que dice adiós entre nubes naranjas, arañando la roca de las montañas y luchando por que no llegue el día que hará desparecer las estrellas.
O más bien, te abandonarás a escribir miles de palabras en silencio esperando a que alguien lea tu pensamiento.
¿Qué más puedes hacer que no sea escapar mediante el uso de las palabras?
Desde cuándo tienes que cerrar la ventana para desaparecerte?
ResponderEliminarEsto es nuevo para mi :)
Besos
Mizar