Déficit de seratonina y no se hable más. La química que debería solucionar este desarreglo cronificado tiene una larga lista de incompatibilidades y efectos secundarios de extensión idéntica a la de medio rollo de papel de plata, por ejemplo. Y el consejo, repetido para que cale: no escuches a tu cuerpo, no hagas caso, adelante con el tratamiento. Asusta un poco, en realidad. Y lo confieso porque así me siento más cómoda, porque no quiero engañar a nadie, mucho menos a mi misma. La melatonina ha fracasado. Y, sin relación alguna con nada de lo anterior, las algias me acompañan desde hace un par de días. Localizadas o abstractas, pero ahi están. A pesar de los tratamientos, persisten. Y aqui estoy, somatizando con impunidad, mientras la cabeza se me llena de caos en los aeropuertos cerrados, l#s afectad#s, el puente largo para algunos y la suerte de no tener que padecer a ese colectivo hoy. También estoy en aprendizaje de tantas otras cosas, un poco cada día, sin estridencias, ni golpes de Tarzán en el pecho. Nada. Silencio. Y suspiro...
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