Suspiro en lugar de respirar, a borbotones, grandes bocanadas, cuando me acuerdo. En todos los otros momentos de estos largos días que acaban demasiado cortos solamente inspiro pequeños sorbos, claramente insuficientes e inconscientes, inútiles, porque me vacío y es cuando reacciono y me apresuro, atropellada, a capturar aire, como quien practica la caza mayor en busca de una pieza a exponer. Y no es eso. Voy a confesar que tengo miedo, me siento insegura y estoy asustada. Todo a la vez y revuelto y mezclado, fundido. No me importa que pueda resultar sorprendente o increíble por lo novedoso pero es una confesión seria aunque improvisada y espontánea. Supongo que es un momento de debilidad, este de pensar que no vale la pena, esto no es vida, me va a pasar algo y otras hierbas y sucedáneos de idéntica significación. No me siento fuerte y me paso los días obligando a las lágrimas a que regresen a sus lugares de origen, con éxito...
Y eso que "la lluvia nunca vuelve hacia arriba"
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