miércoles, 19 de octubre de 2011

Me recuerdo de antes y no me parezco...

Nos dan miedo los cambios y, sin embargo, modificamos cada día pequeñas cosas hasta que de pronto una vida no tiene nada que ver con la de hace cinco años, por ejemplo. Y es que también nosotr#s mutamos imperceptiblemente y aprendemos y nos dejamos transformar por el entorno, quien nos acompaña, quien nos envuelve y nuestros gestos, ideas y pensamientos se mueven un poco y ni siquiera recordamos quienes fuimos. Van cayendo cirios y lirios blancos por el camino, desaparecen candideces y la confianza en los demás se va perdiendo, mientras crece la que nos tenemos a nosotr#s mism#s. Existen los regalos de las pequeñas cosas y detalles que permiten que la fe se mantenga un poco más, alargándolo en el tiempo con disimulo. Pero [te lo repito de nuevo, porque lo he valorado con atención] nunca me digas que has dejado de amarme y encontraste quien me sustituya. Soy mala perdedora y he aprendido, hoy, que prefiero no saber...

3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo en que los grandes cambios no son más que fruto de todos esos otros pequeños que se van produciendo. Mientras, vivimos pensando que nada cambia, que todo permanece como estaba, porque no queremos detenernos a valorarlo. Hasta que un día te paras, y eres consciente de pronto de que nada es lo mismo, y hasta te sorprendes hasta que empiezas a pensar que nada cambió sustancialmente de ayer para hoy, que todo ha sido progresivo. Seguramente sea más fácil estar en la inopia, seguramente se sobrelleve mejor, seguramente la mente desarrolle mecanismos cardiosaludables que nos protejan, y nadie es más nadie que nunca, para que los ojos de otro dejen de ser los que no ven.
    Un beso sparkling

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  2. Ahm, que disculpas que me ha quedado como muy largo ;)
    Beso.

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  3. Nada, mujer. Estás en tu casa...! :)

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No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!