martes, 1 de noviembre de 2011

Como una sopa...

Llena de rojos y naranjas, amarillos, marrones y verdes. Y de valles y cuevas. Larguisimos encuentros frente a una mesa y comensales y combinaciones exquisitas. La falta de mesura y de previsión provoca empachos. A veces distancias geográficas. Excursiones entre Señoríos y cambios de temperatura, árboles milenarios y lenguas vernáculas. Silencios horizontales y largas lecturas completamente incrustada, pensando en ascensiones al Everest y en el próximo viaje. La vida parece normal y sin embargo la improvisamos a cada segundo, al tomar decisiones que a veces son solo un continuar sin cambio alguno. Caras nuevas y abrazos de energías conocidas. Me ha robado el corazón y no llega al metro todavía, no sabe hablar ningún idioma, de tantos como le están mezclando, y tiene un celeste en la cara que arroba y arrebata, coqueta de sus propios efectos. Contar cuentos y pegar y despegar el mismo sticker hasta el aburrimiento, dulce y con unas manitas blanquisímas, blandísimas, inolvidables...

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