Confusa. Cargada. Y furiosa. Y así todos los adjetivos que me pongan en un plano negativo, uno tras otro, procesionales. Me importa la descarga de energías cuidadosamente recogidas a lo largo de algún tiempo y presupongo que también soy consecuencia de la coyuntura, de los impactos, las valoraciones, las puestas en valor de los dos o tres valores supérstites tras la época. De pronto, todos los interrogantes y las dudas. De golpe, desaparecen las ganas y me derrumbo con estrépito. Un día se acumulan las miradas torcidas y reconoces que, como la piel que guarda las dosis de sol en su memoria, también tú llegaste al final del campo de batalla, los enemigos boquean contigo y sobreviven débiles, heridos, sabiéndose abandonados entre cadáveres. Vale, estoy ovulando con interés y plena conciencia. Seguro que eso tiene mucha parte de culpa y es responsable de estas cosas raras que me planteo... Hay situaciones y circunstancias condenadas a no cambiar, a morir de ineficiencias escondidas tras un rápido y efímero y secreto reconocimiento, no se diera el caso que alguna cosa se hiciera bien, como accidentalmente. Y digo que a un#s nos programan para avanzar y a otr#s para retener los avances de terceros. Y eso está muy feo, feísimo. Toda la energía desparramada y esparcida sin aprovechar, sin valorizar o reconocer. Y a mi no me gusta...
Con lo que a ti no te gusta es posible que disfruten otros.
ResponderEliminar"Semos asina", que diría más de uno por aquí y eso sin los recortes en la educación pública. No me quiero imaginar...
Espero leer todos los antónimos de esos adjetivos en breve.
¡Arriba, sparkling!
Beso :)