Tengo la garganta como de cartón. La expresión seria y la boca cerrada en una línea horizontal, muy fina [eso suele sucedernos a las personas que no hemos nacido con los labios superiores de algunas razas africanas]. Estoy apagada y sin fuerzas para seguir enfrentándome a medio mundo, con el que no me entiendo. No me apetece quedarme en el despacho y tampoco quiero salir de aquí para llegar a casa. No he sonreido más que una vez en el día y un poco por compromiso, lo confieso. No sé dónde ir a buscar la ilusión para acabar la jornada, empezar otras y llegar a alguna parte, algún día. La sensación es la de estar sentada en el desierto de Atacama [un poner; se me ocurren otros...], a media tarde, con un sol anaranjado intenso, completamente sola según es de ver en las direcciones de los cuatro puntos cardinales, en línea recta o en diagonales invisibles. En esa posición, además, se adivinan las polvaredas que levantan cientos de jinetes cabalgando al galope tendido y sin silla, al más puro estilo mongol, en la dirección en la que yo sigo sentada, con las piernas cruzadas y la espalda muy recta, y yo me entretengo dando vueltas sobre mi misma y estimando la cantidad de atacantes que voy a recibir y de cuántos podré deshacerme antes de morir aplastada a los pies de los caballos de raza árabe y crines brillantes. Estoy decepcionada y preocupada. Cuando has intentado diez veces solucionar algo que no marcha, lo mismo, a la onceava el ánimo decae, supongo. Sobretodo cuando el asunto en sí [de verdad] no es tan complejo. Basta con ponerle algo de voluntad y de creatividad y dar con una solución que no hace falta que sea la mejor, si no una, solamente una. Que sea buena y útil. Me cuestiono y, naturalmente, me siento de la misma manera. Por suerte sé perfectamente que mi existencia no le importa a ninguno de mis escasos superiores, por lo que no creo en ningún caso que trascienda o que haya movimientos más allá de los que se suceden ininterrumpidamente dentro de mi cabeza, que no para de dar vueltas, de lamentarse y de lamerse la herida sangrante producida repentinamente sin instrumentos punzantes.
Mi ciudad está de fiesta y yo trabajo. Pero no es eso. Seguro. Porque seguro que mi organismo se está preparando para expulsar un óvulo con violencia, como cada mes. A juzgar por el mal humor y el desánimo, bien podría ser un balón de fútbol de reglamento. O de Pilates...
oh oh... no creo que unas pocas palabras mías puedan cambiar tu estado de ánimo así de repente, pero cuando me siento así, me ayuda pensar que no merece la pena!!! al fin y al cabo no vamos a heredar el negocio no? (al menos yo no...). Creo que mi trabajo es poner todos los medios para que se hagan bien las cosas. Cuando a pesar de mí algo sigue saliendo de otra forma porque los hay incapaces de oir, pues allá ellos.
ResponderEliminarSupongo que no te habré convencido, así que paso a la segunda opción, bastante más efectiva: esta tarde/noche cuando termines, sal y tómate un par de gin tonics (sustituibles por mojitos o cualquier otro cóctel y/o combinado), ya verás que bien ;-)
Mucho ánimo guapa
Besos
M
¿Compartimos un poquito de chocolate...?
ResponderEliminarcabaretera
María: debería llamarme de otra manera para heredarlo, si. Al final han sido dos copas de un excelente Priorato, con tu permiso. Gracias por los ánimos! mejoraré cuando la expulsión haya finalizado con éxito. Seguro. ;)
ResponderEliminarcabaretera: te tendré que decir que no porque, como no podía ser de otra manera, estoy en plena retención de líquidos, estupenda vamos... :( Pero gracias, tambie´n. Buena idea.
Te queda el humor, que no es poco. Me ha encantado lo del balón de Pilates... me río yo sola (en la misma situación pre-balón que tú).
ResponderEliminarSi, si! De goma azul poco intenso, blando y con aroma de fresa... Verdad? :)
EliminarUf...llego de estupendo fin de semana amenizado por una superretención de líquidos y me encuentro con una de esas mañanitas que le regalas no a tu peor enemigo, sino a cualquiera de ellos...
ResponderEliminary sigo inflada como la pelota de pilates que comentas...creo que te entiendo...
Ánimo sparkling!!
chris: qué bueno es no saberse sola en el desierto de Atacama, hija... He pasado unos miedos! :)
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