Mucha carretera y horas completas al volante. De tirón. Sin paradas ni siquiera para el consabido peaje, que hasta esto tenemos inventado para facilitar el paso y el pago sin apenas darnos cuenta. Siguiendo la costa, viendo el mar, cantando las canciones que conozco y tratando de memorizar letras de los Manel, que llegan a ser entrañables. Converso y escribo retales de palabras en frases cortas que pueden llegar a sonar rudas y apenas puedo explicar o justificar. Suerte que recibo clemencia. Y conversaciones telefónicas impacientes y el gas un poco más a fondo, programando un par de kilómetros más a la hora, que total no se va a notar y sin embargo son minutos y se van sumando o, mejor, restando. Hay quincenas infinitas pero la pasada no lo fue; no me preguntes por qué. Las ganas intactas, el abrazo tan fuerte y el calor, el sol, el azul. Nunca entenderé que la mirada se me ponga líquida cerca del mar, a veces indantreno, siempre azul; como al llorar pero en plena fiesta de felicidad y entre sonrisas un poco tontas. A veces es más fácil percibir la asimetría y otras veces son empates técnicos, tablas o paridades con efecto bloqueante, sin ninguna intermitencia ni posibilidad de reacción o movimiento. Hay kilómetros que matan, a veces; otras veces, los centímetros producen idéntico resultado. Es imposible elegir, una vez dentro. Es como preguntarse, cada mañana bajo la ducha, si a una le ilusiona acudir a sus obligaciones profesionales, quienes tengan la suerte de tenerlas. Tengo el circuito diseñado para economizar tiempo y movimientos mientras me cuentan noticias que entretienen mi mente y la updatean [que diría una compañera algo anglosajona en las formas] o, más últimamente, la escandalizan porque mira que el patio está mal. Y me entretengo entre alguno de los recuerdos [normalmente] magníficos que colecciono, para no plantearme casi nada, para no cuestionarme los planes, para emplearme a fondo sin detenerme a valorar si realmente existen alternativas viables a esta vida. He dicho viables. Y el matiz es determinante, crucial...
No sé si lo he entendido bien...me da la sensación de que elaboras estrategias de supervivencia para resistir los embates de la vida laboral y eso me parece genial. Necesitamos desconectar por momentos de esta locura en la que se ha convertido el entorno laboral...quien lo tiene, claro.
ResponderEliminarque digo yo ...
ResponderEliminarq una se murió esperando ... ;)
terminaremos algún día ¿?
los astros no están alineados definitivamente.
cuídate guapa.
besos.
Mizar
chris: no te creas; lo que hago es vivir intensamente todos los compartimentos estanco de mi vida... :)
ResponderEliminarMizar: la tecnología a veces... ya sabes... Mientras, van pasando los días, que es lo que necesitas ahora. Un beso, gigante.
Nada iguales. Y menos mal que menstruamos cada veintiocho días (más o menos) y no cada quince... Menos mal.
ResponderEliminarBeso, sparkling.