Pasos cortos y no muy rápidos. Bocanadas de aire breves, recordando, de tanto en tanto, que hay que recuperar y cargar más profundo. Ese gesto oxigena el alma. Mirada miope a no más de un metro, a la hora de planear. Es así como se avanza en algunos momentos, cuando no se siente, cuando se padece.
Lo contrario sería similar a errar, a precipitarse, a improvisar. Las enormes decisiones requieren tiempo, calma y mucha paz, además de convencimiento. Como los grandes planes y los cambios y la entrega de confianza. Hay que elegir bien. Y después seguir cuidadosamente la ruta diseñada, sin distracciones.
La teoría me está pareciendo fácil hasta a mi. Y eso que estoy suspendiendo mis prácticas. Voy de cero y reincido...
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