Hay posts que una escribe por inercia, por soledad, por ganas, por aburrimiento. Seguramente, por otras cosas.
Y luego está este tipo de post, que una no querría tener que escribir nunca, que son obligaciones vitales, que son homenaje.
Y es que sí. Hoy me han dado una noticia por teléfono y todavía no puedo creerlo.
Aneurisma cerebral, súbitamente desplomada después de tomar el último baño del día en una cala desierta de Menorca, hace dos veranos. En brazos de su marido, que solo podía pedirle auxilio al viento porque ahí no había nadie que pudiera ayudarlos. Definición de horror, ¿verdad?
He colgado y he comenzado un viaje a nuestra adolescencia. A nuestras salidas en motos casualmente gemelas pero de diferentes colores. Nuestros tesoros, nuestra libertad. A nuestras discotecas y al whisky con limón de entonces. A los bares, a los ligues, a las tardes de lluvia escondidas en cualquier parte. Al tocadiscos y a sus hermanas, a mis padres. He vuelto a la humedad de esas montañas y a los mosquitos que se incrustaban en el pelo camino a casa, de noche.
He vuelto a su piel finisima y blanca, a su pelo liso y a sus risas. Nuestras bromas, los veranos y algún fin de semana juntas. Era dulce y bondadosa, poco habladora, algo insegura y buena escuchadora.
Y últimamente nos habíamos limitado recíprocamente a nuestros contactos por redes. Escasos, insuficientes,
Sí. Quedó un café por tomar en una próxima cita que, sin duda, hubiera tenido lugar de no ser por la maldita pandemia. Que nos ha silenciado y distanciado a todos más de lo que querríamos siquiera reconocer.
Creo que me lo creo tan poco que soy capaz de llamarla algún día para quedar con ella, ahora que soy incapaz de recordar cuándo fue la última vez que nos vimos. Y dónde. Se me ha borrado todo.
Tengo la suerte de que sonrío al visualizarla.
Aunque se me llenen los ojos de lágrimas...
Un abrazo Sparkling, Visualizarla es prescencia,
ResponderEliminarSigo sin poder dejar de pensar en ella... :(
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