lunes, 28 de febrero de 2011

Un lunes y poco más...

Se me hacía tarde, la reunión se alargaba y las ganas se me iban, despacio, con los minutos de retraso sobre mi propia cita. Era una excusa excelente para no ir al gimnasio. Más teniendo en cuenta que no me esperaban porque los lunes no hay clase. Bueno, la hay. Pero a mi no me gusta el tipo de ejercicio para un lunes, así que voy a mi aire, aunque el ritmo a veces se canse antes de empezar. Pero hoy ha sido un lunes distinto hasta para eso. Porque hacía mucho tiempo que no corría con tanta prisa, tan concentrada en encontrar el ritmo en unas canciones rápidas y apenas conocidas, procedentes de descargas que no son mias. Tanta rabia, con la mente en blanco. Y, sobre la cinta, el pensamiento fugaz y la coincidencia que asusta, aunque sea incomprensible y luego reciba quejas de que soy una mujer encriptada e ininteligible. Pero me entró el aviso de un mensaje aqui justo cuando lo estaba echando de menos. Un decir, porque un# no puede echar de menos lo desconocido. O si. Bueno, digamos que no y así todo es pacífico. Aunque yo opine que si. Y poco más, aparte de un día de producción moderada y nervios bajo control y algún malhumor al llegar a casa, que ya no sé cómo dividirme...

viernes, 25 de febrero de 2011

Todo es cuestión de tiempo...

Me escriben desde el DF a nuestras cinco de la mañana y me hacen compartir decisiones que antes no me correspondían. Esta tarde he dejado de tener los pies en el suelo mientras me miraba con devoción y gratitud, todo mezclado, como solo sabe mirar un creyente de domingo tarde en misa, cada domingo. He compartido nueve años en un día a día construido a pulso y sin desfallecer y hoy escuché eso de a tu lado me trasladaría al fin del mundo vistiendo una sonrisa. Con la otra parte de lo que en mi piensa, recordaba un magnífico correo que me hizo buscar aire para llenar los pulmones, que habían dejado [por la impresión y la sorpresa] de inspirar eso de lo que no podemos prescindir. Simplemente voy siguiendo el camino que yo me he marcado, sin preguntar apensa, sin dar enormes explicaciones, entrenada para no vacilar o desfallecer o importunar. Si acudes a mi con problemas diversos a menudo, te convertirás en el problema. Así que suelo acompañarlos, son inevitables, de una solución y de un propio plan B, alternativo, menos brillante, por si el primero es rechazado. Funciona. No es para aconsejar. Es para contar una técnica de supervivencia, por ejemplo. Lobos... Todo está repleto de lobos ansiosos por que llegue la época de la recolección de medallas. Como no caen de maduras se suben a los árboles para recolectarlas. Y, de paso, quedar en evidencia para los restos...

miércoles, 23 de febrero de 2011

Un sueño y cosquillas en la cara...

Esta es la que supera por vez primera mi cuarta centena de entradas en este blog. En el otro había más, aunque prefiero no cuantificar. No estoy para grandes celebraciones porque, conocida mi constancia, no me gusta reconocer que estoy en épocas bajas, precisamente y que hay meses en los que no encuentro el espacio para escribir más de ocho veces y publicar con éxito. En meses de treinta días de promedio no es gran cosa, que digamos. Mi entorno anda convulso y se toman enormes decisiones que jamás antes fueron consideradas, ni siquiera yo. Confirmo lo que siempre he sabido. Cosa que está bien, para no caer en dudas inútiles, sino en certezas. Está bien presenciar el reparto de las medallas que tú mism# has ganado. El tiempo [porque todo es cuestión de tiempo] nos coloca a todos en algún lugar. Y la sonrisa siempre acaba por emerger serena entre mi mentón y la base de mi nariz, esa que tiene tanta personalidad. Por el tamaño, por ejemplo. Porque siempre hay evidencias que surgen o que flotan o imposibles de silenciar, de la misma forma que sucede que los papeles acostumbran a tener pies porque van de lugar en lugar y los leen [sobre todo los más importantes y confidenciales, naturalmente] los únicos cuya existencia debían ignorar. Hay días intensos y hay otros más de tedio. Parece que juego en la liga de los primeros, soñando en que acabe la temporada...

lunes, 21 de febrero de 2011

Un primer aniversario que no es cualquier cosa...

Solo la gente extraña toma gazpacho en invierno. Es raro porque no apetecen las cosas frescas. Pero, además, sirve para descubrir que lo de las caducidades es una tontería porque está igual de apetecible que en verano, cuando lo compraste. Es lo que tiene que de pronto la dieta se vea reducida a nada. O que una avalancha de un kilómetro cuadrado, ahí es nada, te sumerja en blanco. Y en negro profundo. O que el miedo, también definido como pánico ante mis ojos impresionados, te invada, apoderándose de todos tus centímetros. No estamos sol#s. No. Es reconfortante pero, por otro lado, sigue asustando. Recuerdo esa frase aprendida entre lágrimas tres décadas atrás, que sigue rezando, así como sigue, a continuación... "nacemos solos y morimos solos", siendo tan verdadera. Pero, no me gustaría llamar ni a engaño ni, mucho menos, a confusión. Pienso bastante menos en la muerte que en el nacimiento, que ayer tuve entre mis brazos a una desconocida sietemesina preciosa, que se vino conmigo riéndose en espectaculares carcajadas, mientras el vuelo duró y se hizo corto, entre olores a colonia y ropa limpia. Y todos esos recuerdos, precisamente ayer, sabiendo que hoy se iba a cumplir el primer año...

jueves, 17 de febrero de 2011

Día número uno...

Mordida cruzada. En estas nos hemos de ver. Creo que no volveré a reirme en la totalidad de mi vida.

jueves, 10 de febrero de 2011

Observaciones de un momento como hoy, que el tiempo se voló esta semana...

Aprecio el vino. Tengo contraseñas que no recuerdo. Extraño la placidez. Vivo el fin de una etapa con asombro. Veo las calles desde la ventana de un coche y sueño con precisión quirúrgica en su pelo rizado, que veo con nitidez. Cumplo con mi ejercicio semanal con rigor. Pienso en volver a NY y en visitar el sur del continente americano o regresar a comer un helado [no recuerdo el sabor] a la Isola Tiberina. Sin caprichos y pensando en todo lo que ha de venir. Una se siente completa en este tipo de situaciones y momentos, como a punto de estallar. De satisfacción. Quizá así quede claro que mis tristezas y mis soledades son más figuras retóricas que padeceres. Siento que formo parte y me han llegado esperados reconocimientos que se agradecen en silencio y con una sonrisa, larga y tímida, que cuesta de hacer desaparecer, con el riesgo de parecer idiota, al mudar de interlocutor. Tal vez no me sobre el tiempo y cuando dispongo de él aprendo a adpatarme, como a retrasar los nervios y la pena hasta el último instante, como hoy. Aunque confieso que se me fue secando la voz y tuve que recurrir a breves sorbos de agua, mientras luchaba contra el ligero temblor de la mano al sujetar el vaso y llevármelo hasta los labios. Una vez más que se une a las anteriores para ir completando y perfilando, hasta definir algo y convertirme. Me siento mudada y distinta y más acabada pero no como sinónimo de terminada. No. Como una suerte de culminación. Aunque sepa con perfección maravillosa que aqui nada ha finalizado y mucho menos yo, porque quedan caminos que transitar, entre observaciones y diálogos de miradas y de voces, entre tú y yo...

miércoles, 9 de febrero de 2011

De nuevas soledades y otras sensaciones raras...

Hace algunos días desde el norte me recordaron que no escribía y que la última vez había sido en enero. Ese mismo día, pensando que eso no podía ser, me puse a teclear, improvisándome, y la tecnología se ocupó de borrar el rastro de todas mis letras. No pude detenerme a intentar reescribir y se han ido sumando días a mis silencios. Mentiría si dijera que he echado de menos este lugar durante las semanas pasadas. Mi actividad es grande y aqui inexistente, casi. Así que hoy, que me han regalado una canción, he pensado que era una buena idea dejar el detalle aqui escrito, para cuando pasen los tiempos y necesite recordar que toco los cielos de tanto en tanto, mucho más a menudo de lo que jamás hubiera pensado que me sucedería a estas alturas de la vida. Aunque siendo franca, como suelo acostumbrar, hoy estoy de bajón, cansada de enfrentarme a paredes verticales, inabordables, infranqueables e insondables porque, en según qué asuntos, me siento más sola que nunca antes. No me basta oir que no debo sentirme así, que no lo estoy, que hay quien viene detrás dando apoyo, soportando y acompañando. Debe ser el precio de abanderar algunas causas que otr#s dan por perdidas. Otr#s que no son yo. Naturalmente...