martes, 30 de agosto de 2011

Planchando la ropa del fin de semana...

Sé que todos, todas, en mi entorno diario me miran y coinciden sus pensamientos, de manera espontánea, sin habérselo contado, sin comunicarse. Todos y todas me observan con cierta condescendencia cariños y bienintencionada, ofreciéndome a veces asilo en casas que no conozco, abriéndome sus mundos llenos, para dar cobijo a quien carece de hogar. Yo sé que me miran sabiéndolo, perfectamente al día de mi evolución en un punto muerto de enormes dimensiones. Ellos ven a la persona sola que sale y regresa de y a una casa vacía, en la que se entretiene poco. Excepto en días como hoy en los que con la fresquita de la noche una se decide a rebajar la montaña de ropa que planchar, dado que le resulta imposible que disminuya la altura de la de los libros por leer y se entretiene entre bostezos, músicas y estornudos y hasta un teléfono extrañamente silente, hoy también. Como si todo fuera a suceder hoy, hasta lo bueno. El día se ha quedado en nada y ya se me voló otro martes... Y ellos aciertan, cuando me miran de esa forma...

lunes, 29 de agosto de 2011

Soy una descreída...

Creía ciegamente. Convencida. En casi todo lo parecido a la confianza, el respeto, la fe y el compromiso. Creía y un día la vida [esa que junta y que separa] se me metió en los ojos y quise llorarlo todo pero se quedó ahi dentro, en algún lugar entre las vías altas y las papilas gustativas. Hoy nos ha juntado de nuevo, tiempos después, incluso vidas después, y nos hemos mirado con corrección, hasta con los tópicos y los convencionalismos, como dos grandes desconocidos. Pero es que nos habíamos respirado y amado, cuidado y reído, dormido y viajado durante un poco más de un par de décadas. Indiferencia. Justo lo contrario al amor. Su Ella, él y yo misma. Cortesía, educación y corrección.Y algo en común: mis descendientes. Hoy he descreído todavía más del amor, de las promesas y hasta de las personas. Discurrimos y no hay lazos ni esfuerzos que unan. La vida sucede y nuestr#s compañer#s se suceden, como lo hacen los amores eternos...

domingo, 28 de agosto de 2011

Qué domingo más difícil, hoy...

He venido a buscar el viento y que me diera en la cara. De frente, como las gaviotas y l#s valientes. El viento que solo se encuentra al lado del mar. Me he caminado la ciudad y me he cruzado con toda la gente. Noventa minutos a paso rápido observando historias y personas y doliéndome de los pies, agotados. A ratos te buscaba y a otros desviaba el camino para no repetir la que es tu ruta del gotico. He descubierto callejones en los que el riesgo me alertaba erizándome la piel y los olores me devolvían a Asia y he querido tomar el Aerobus al aeropuerto, sin billete, sin destino. Se pone el sol y tengo el pelo revuelto, ahora que el mar es plateado en lugar de azul aunque la arena sea rubia y fina. Escucho inglés y admiro abdominales perfectos en cuerpos nuevos y post adolescentes que se ejercitan sobre bjetos de dos, tres y cuatro ruedas, alguno con batería. Miles de razas y de parejas de enamorad#s tienen tomada la ciudad y a mi se me pega la soledad entre los pliegues de la piel, escondida y avergonzada. Los aviones desfilan a la altura de mis ojos, sobre el mar y el sonido de las olas, que rompen. Hacen cola, el avión y las olas, para llegar, para volver a salir; y a mi me cuesta sonreir. El viento sigue desenpolvando tristezas y creo que voy por un taxi porque no me apetece seguir caminando, ni viendo felicidades ajenas, precisamente hoy...


Y casi resulta que el taxista es el hombre de mi vida. Un decir porque me hablaba y su biografía era la mía per en sexo distinto. Por edad y circunstancias. Ha sido agradable, conversar con un desconocido y pisarse las palabras, en un trayecto que ha alargado disimuladamente unas manzanas, dando un rodeo que he pagado yo, en un día como hoy en el que, nada más poner el pie en casa, el teléfono me ha comunicado la muerte de una conocida muy apreciada para quien este final [pese a la enfermedad crónica] no era lo que se esperaba. Pero le falló el corazón y deja marido y dos descendientes y mis ojos anegados...

jueves, 25 de agosto de 2011

Hoy que pienso en el chocolate, los mimos y las caricias...

Por estas fechas, como cada año desde hace al menos cuatro decenas, debería estar lejos de este teclado,habitación, casa, edificio, calle, barrio, ciudad, comunidad autónoma, país y hasta probblemente continente. Más lejos no se puede ir de momento con facilidad y un nivel algo inferior al de los que compran pasajes individuales en naves espaciales para sentir la ingravidez. Pero este año, por estas fechas, estoy aqui. Digamos que voluntariamente porque nadie somete mi voluntad ni emplea la fuerza para que permanezca. Pero, sumergida en jornadas maratonianas y noches cortas e incómodas que no me reparan lo suficiente, me asusta empezar el curso escolar, el año, con esta sensación de robo, estafa y tomadura de pelo por mi falta de desconexión y la fragilidad con la que sigo adelante. Seguir hacia el invierno, abocada, sin solución de continuidad, no me parece buena idea. Pero no importa...

miércoles, 24 de agosto de 2011

Nota aclaratoria de la autora...

Mundo de silencios y de tiempo condensado en un espacio con poca luz. De manos que pasean durante horas una piel ajena, que se deslizan sugiriendo cariños imposibles. De indecisiones y conflictos, incomprensiones y complejos.


Aviso para navegantes: el hecho de que en realidad nadie comprenda mis posts no es problema de la lectora sino de quien coloca las letras seguidas. El ejercicio consiste, precisamente, en encontrar la alternativa difícil a lo simple que comunica bien, por varias razones que a nadie deben interesar. Así que nada de "complejos", que aquí a veces hasta yo, al releerme, tengo dificultades en recordar qué era lo que pretendí plasmar el día en cuestión. A dormir tranquilas...

martes, 23 de agosto de 2011

Agosto de nostalgias y orégano...

Tiembla la tierra y también lo hacen mis cimientos. En un día como hoy, que sigue a una semana pasada y al fin de la misma que fue breve, solo surgen cuestiones, dudas y balances. Miro en derredor y esta desolación aplastante lo tiene a todo ahogado y a mi me succiona lentamente, cada día, a ratos, al ir y al regresar. Las paredes tienden a moverse para aplastar su contenido [en el que me encuentro] y siento algo parecido a una agorafobia, que jamás he padecido pero de la que he leído alguna cosa. En la soledad mal entendida de sentirse a la espera de algo, del paso del tiempo, las cosas no funcionan bien. Y todo se revuelve y se rebela para recordar otras felicidades y hasta momentos que están siendo ahora y en algún otro lugar. Y te debates despacio entre dejarse atrapar e ir cayendo o seguir marchando en línea recta y hacia delante, como si fueras invencible y el agotamiento no pudiera afectarte jamás. Intentas recordar periódicamente que hay que hacer respiraciones profundas y, aprovechando, te levantas de la silla para alejar la vista de la pantalla unos minutos, después de que haga ya tres horas que la vista no descansa, y, también aprovechando el viaje, saludas a alguien brevemente, por cortesía, que llegó antes a la máquina del café y se dirige contigo, a breves pasos, al baño. En realidad, preferirías aprovechar el paseo para recoger unas moras mientras tu ascendiente estira las piernas y tu descendiente femenina te enseña que ha encontrado orégano, después de cruzar el rio con los pies descalzos...

lunes, 22 de agosto de 2011

Inconsciencias...

Una aprende de pronto que la vida consciente que lleva cada día no alcanza al cinco por ciento del tiempo. El impresionante resto es mecánico. Respiramos, tosemos, comemos y besamos, por ejemplo [pienso en el beso rutinario no el otro], por inercia. Como si inercia viniera de inerte, supongo, y nuestras sensaciones hubieran muerto casi siempre. Y eso a pesar de que existe una poderosa teoría que habla del poder del ahora, de entretenernos con lo que tenemos entre manos y potenciar los sentidos para aumentar las sensaciones. Creo que es cierto que a mi se me olvida atenderme, me descuido probablemente un noventa y cinco por ciento de mi tiempo...

domingo, 21 de agosto de 2011

Cuando se acercan los fines y apenas queda tiempo...

He vuelto a sumergirme en los kilómetros y la ventana bajada para que el aire me despeinara y se llevara ideas raras, en el fin de semana más breve de la historia nuestra. He exprimido las horas del día para que se multiplicaran las gestiones y poder alcanzar. He podido tumbarme al sol, como si hubiera caído accidentalmente del firmamento sobre la tumbona, en estado de semiconsciencia durante un par de horas, mientras hacía viajes al agua, que los 35 de hoy eran difíciles de soportar, boqueando. Ha sido entonces cuando me han comunicado que esos episodios que ella padece se llaman "ausencias" y, lo sé sin que ningún médico me haya instruido, no acompañan nada bueno. Son tantos los avisos que parece como si saliéramos reforzad#s de ellos. Y no. Sé que el golpe va a noquear a más de un# y yo encabezaré la procesión, el desfile y el pasacalle. Sin embargo, a pesar de todo, la sensación de bienestar me acompaña todavía en cada una de esas cosas cuando por lo menos la inquietud es la que debería estar prevaleciendo, en una forma especial de ansiedad sin tratar. Mañana empieza una crucial cuenta atrás y tendré que emplearme a fondo...

jueves, 18 de agosto de 2011

Cuando mis mensajes no se comprenden y los olores...

La misma gestión por dos veces frustrada, frustrante; ayer y hoy. Lo de ayer se solucionó con un largo paseo a solas, cruzando fiestas y barrios y calores y tiendas que apenas recordaba y también colores y microfónos repartiendo premios desde alguna plaza. El verano se ha instalado en esta ciudad vacía, de vértigo y un poco de miedo en noches a solas. Visité, conscientemente, un lugar lleno de olores y texturas y encontré el perfume que, durante un par de años, compartimos. De pronto, entraste en mi nariz y mi mente comenzó a revivirte y me devolvió lugares y sonrisas con una nitidez perfecta, transparente. Mi boca se llenó de besos y de una tímida sonrisa que la dependienta cuestionaba, a pesar de lo cual la mantuve, junto con el mentón elevado porque estaba bien, todo iba según los cánones y las previsiones más realistas, siguiendo el proceso natural. Te eché de menos pero -esta vez- desde una imposibilidad convencida. Hoy sé que nadie me abrazará como tu y que ninguna piel será como la tuya. Por ejemplo.

martes, 16 de agosto de 2011

...something wonderful is about to happen...

A pesar de las circunstancias, una diría que lo que procede es sonreir. Quizá deberíana pulirse detalles insignificantes a los que solo alguien muy exigente prestaría atención. Porque cuando la salud acompaña a los tuyos, el corazón viaja en compañía, la descendencia está estupendamente allí dónde mejor está cuando no eres tú quien los tutela, un teléfono responde a una llamada de compañía en esta soledad pegajosa como el calor tardío de este verano, en el trabajo las cosas van y la superioridad escucha, comprende y considera... quiero creer que todo anda bien, que no hay que mirar en derredor en busca de accesoriedades innecesarias. Y lo creo. Aunque es mejor tener la creencia de que hay algo maravilloso que está a punto de suceder...

lunes, 15 de agosto de 2011

Medio agosto y regreso...

Me escuecen los ojos y me zumban los oídos. Los ojos porque están llenos de cielos, soles y nubes, y de valles verdes y ríos gélidos y transparentes, de líneas de montañas y de alturas. Y los oídos porque se me han llenado de silencios, tres días sin cobertura que ha hecho imposible la comunicación y ha cambiado gestos y hábitos: mi teléfono cerrado, sin necesidad de carga, mi cabeza exactamente en el mismo lugar que mi cuerpo, contrariamente a lo que suele suceder con mis contínuas y mal disimuladas evasiones. Es complicado tener tantos frentes y tengo poca memoria para inventar excusas falsas.


Tres días caminando y redescubriendo mi anatomía, revisitando músculos poco conocidos y sobreviviendo con agujetas de cabeza a pies, a pesar de los masajes. Me resisto a pensar que antes no me sucedía porque no quiero saber que la edad pueda tener algún tipo de [indeseada] influencia. Ese paréntesis se deshace cruzando a solas un par de CCAA, apretando el acelerador y leyendo hasta 150, como si alguien me estuviera esperando, como si el viaje no me devolviera a la rutina que retomo mañana, despistando, disimulando...


Debes debatirte entre el reserva que acompañará tu ensalada esta noche, entre risas y alguna nostalgia que te verbalizarán y disimularás para que las lágrimas no regresen, como cuando los besos a través de la ventanilla, antes de marcharme, hace tan poco, tan pensativa todo el día, tan especial el largo paseo entre valles y cascadas, bajo un sol que finalmente acabó por quemarme los brazos y la nuca, en este último día.


Esta noche suenan petardos, como si fuera junio y he debido recordarme que solamente estamos mediando agosto, queda tan poco tiempo y tanto que hacer y sin embargo se me parece tan largo todo...

viernes, 12 de agosto de 2011

Y de regreso...

La vida tiene sentido si se convierte todos los días en algo nuevo, dijo Saint Exupéry. Y mira que la frase puede generar debate y hasta opiniones contrapuestas pero yo le creo. Firme y ciegamente, con pasión. La única concesión que acaso esté dispuesta a efectuar es que el todos los días se sustituya por un "día sí, día no".