miércoles, 18 de noviembre de 2015

Tú tira de fe...

Sí. En caso de duda, tira de fe...

Como ir en estos tiempos a Atocha a pasar la jornada, con la que está cayendo. Tomar el primer vagón y sentarse en el 13A. Sin miedos, entre risas, ninguna pena, ganas de regresar. Lo sé aunque no haya llegado aún. Perfectamente.

Cada día compramos fichas para que la vida vaya acontenciendo de alguna forma. Decidimos, sin querer, sin tomar conciencia, ignorando la repercusión de nuestras acciones y omisiones. Sobre el futuro y sobre este presente que vivimos a bocanadas, muriendo de ganas y de impaciencia.

De lejos, pero quiero ser cariñosa y acompañarte. Llenándote y convenciéndonos de que estamos porque queremos, lo sabemos, renovamos, cada día. Compartiendo y renovando, mientras construimos, definimos, afinamos.

No voy a meterme contigo, no. Voy a meterme dentro de ti...

lunes, 16 de noviembre de 2015

Sí, tengo ganas de ti...

Como si los segundos se pegaran a la esfera del reloj
y el tiempo estuviera suspendido.
Como si los trámites que me separan de ti tuvieran algún interés.
Como si lo que siento en el estómago fuera hambre.
Y fuera capaz de contener las ganas de que me abraces.
Voy a seguir disimulando mis ganas de verte, esta mañana.

Queriendo cambiar todas las citas y borrar mi agenda,
cancelar mis vuelos, para quedarme.
Inventando maneras de ganar tiempo y dedicárnoslo,
escondiéndome de todas las cosas que hacer.
Suspirando y resoplando al oír tu voz cada vez que llamas,
erizándome y encogiéndome, con los nervios de la primera vez.

Estoy sentada y pienso. En tus amenazas para hoy
y en todas las que vendrán. Tenemos que hablar, sí.
De tus sueños y tus miedos, de los planes y hacer listas
de lugares que no podemos dejar de visitar, de todo
lo que vamos a querer compartir, con tanta prisa.
De las ganas que tengo de ti...

viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Sabes qué es lo que persigo...?

¿Sabes? siempre he perseguido lo mismo...
 
Un poco la frase manida de vivir dejando a los demás con su existencia, sin intereses extraños en conocer, fiscalizar o controlar la vida ajena. Recibir el respeto que procuro ofrecer, obtener de regreso la misma moneda.
 
Tal vez también persigo, dándome cuenta, que se me haga un seguimiento normal [¿definimos normalidad?], habiendo encontrado el equilibrio [sí, es muy difícil, mucho. Pero posible. Lo sé. Lo he tenido] entre estar presente en otra vida sin ahogar, dejando espacios sin parecer indiferente, que corra el aire oxigenado de las montañas más altas y que solo apetezca volver, mostrar interés real sin que se perciba como exceso de control. Vivir aparte, vivir conjuntamente. Compartir todo porque en mi alma no hay alternativa, nadie mejor, ni sustitutivos...
 
Una vez me enseñaron algo muy valioso, que voy a reproducir aquí como homenaje a una larga amistad cortada tras una década. "No olvides nunca que voy a saber de ti lo que tú quieras contarme". Puede parecer sencilla pero es sabia. Y simple. Podrás mentirme o decirme la verdad. Podrás esconderte detrás de silencios y yo también. Podremos mantener jardines particulares, íntimos, ocultos, o compartirlos con todos sus detalles. Podrás traicionarme y reírte a mis espaldas el resto de tu vida. Deslizarte sobre labios ajenos o introducirte en otras camas, por ejemplo. Ser infiel con tu piel o con tu alma, tu mente [¿abrimos el debate eterno de qué duele más, si un enamoramiento físico u otro más etéreo, espiritual y mental?]. Y eso depende únicamente de nosotras mismas. En la amistad, en todos los campos.
 
He aprendido a vivir sin que se me pidan explicaciones que no quiero dar. A compartir casi todo porque va en mi naturaleza expansiva y confiada que no aprende y se va entregando. A estar sola sin dramas sino todo lo contrario. Y me han enseñado a tener miedo, estar preocupada, desconfiar y prepararme por si algo ha de venir. Ahora sé que esta vida es muy frágil, las personas cambiamos, nuestros entornos se renuevan una y mil veces y que mi cabeza y mi corazón persiguen un combinado explosivo de estabilidad y emociones que no resulta nada fácil de encontrar.
 
Y lo mejor de todo es que viviendo sigo aprendiendo tantas cosas de mi vida y de la que quiero vivir en adelante...

jueves, 12 de noviembre de 2015

He cometido un error... (o los imbornales...)!!!

He cometido muchos, en realidad. Muchos. En esta vida larga.

Me he puesto en manos de quién no lo merecía. He confiado en las personas equivocadas, me han confundido y, sobretodo, me he dejado engañar reiteradamente, de manera sostenida en el tiempo, en el número de ocasiones, en las oportunidades. He dado en prenda mi corazón para que lo mimaran y, alguna vez, lo destrozaran. Sí. Me lo han devuelto roto, alguna vez. A lo largo de los años he tenido tiempo de errar varias veces, que repetiría o no.
 
Pero esta mañana, a media mañana, he cometido un error grave. Un 404, en jerga informática. Un fallo monumental, por no escribir expresiones coloquiales malsonantes que encajan mejor y que todas tenemos en mente. Sí. Me he equivocado. Mucho.
 
En público y bajo la luz del sol. A media mañana y en plena calle estrecha de un barrio de la ciudad. De pie, mientras te abrazaba largamente, fuerte, pegándome a ti, de pies a cabeza. Cuando he introducido mi cara entre la capucha de tu chaqueta, tan suave, y tu cuello, más suave aún. Cuando te he olido y te he llenado la piel de besos. Mientras te respiraba sonriendo, recibiendo de regreso tu risa y tus labios caminándome la cara y los ojos y la boca.
 
Me he equivocado. Nunca debía haberme acercado a ti. Tampoco tenía que haber cedido a tu mirada. Porque desde que lo hice, a media mañana, a plena luz y de pie en plena calle, no consigo dejar de pensar que te deseo como nunca nadie antes provocó en mí estas ganas de seguir besando y abrazando y fundiéndome contigo durante horas y esta media vida que puede estar quedándome.
 
Intento seguir con mi vida normal [si es que lo es o lo ha sido alguna vez] pero no consigo desprenderme de estas ganas de ti que se me han quedado adheridas a los labios y que llevo conmigo desde que me dieras el primer beso...
 
P.S.: hoy he aprendido una palabra nueva, que me has enseñado tú: imbornal. :) ¡Gracias!

lunes, 9 de noviembre de 2015

Un espacio para tantas cosas...

No es un lugar. Es una burbuja. Suspendida en el cosmos, en algún lugar indeterminado del que cuesta regresar. Es un espacio en el que se siente, se vive y, sobretodo, se ríen lágrimas. Y se lloran, alguna vez. ¿Por qué no había de ser así? Se comparte lo bueno, lo excelente y lo exquisito y también alguna sombra, algún miedo, recuerdos, fugazmente. No se niegan ni se reniega porque la unión nos hace fuertes y lo que viene de fuera ayuda a apretar más intensamente el abrazo.
 
Esos abrazos que exceden deliberadamente de los veinte segundos, en los que nos instalamos dándonos la vuelta, esperando las microsensaciones que se producen en la horizontalidad de nuestros cuerpos, mientras bajan los biorritmos y crece el bienestar. Los ataques de risa que hacen difícil deglutir líquidos [microdifundidos a la cara, incluso] y sólidos cuando nos sorprenden a media ingesta, como criaturas. Los que irritan la garganta y hacen carraspear durante horas. Aquellos que nos humedecen los ojos y nos liberan completamente de cualquier tensión, tal vez física.
 
Las canciones y sus estribillos que introducimos en cada conversación, volar [de día o de noche] en moto por la ciudad como si yo fuera tu mochila, asida a tu espalda por encima de tus hombros con mis brazos, con las piernas enlazadas sobre tus caderas y apoyadas en tus muslos, asegurada, segura, a pesar de la velocidad y de mis repetidas advertencias [ya sabes que si algo sucede la que saldrá literalmente volando seré yo...]. Reduces un poco, mi casco golpea suavemente contra el tuyo. Maldita cruz. Quiero regresar a mi isla griega. Contigo, naturalmente.
 
Primer destino superado. Consensuado deprisa. Y un segundo. Y los que han de venir...

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Sepa usted...

Sepa usted que la echo de menos
a pesar de verla casi cada día...
Que me muero de ganas
de besarle despacio, muy despacio,
toda la piel del cuerpo,
de hacerle cosquillas y
jugar al escondite de los besos,
de que me hable del pasado
para comprenderla mejor y
saberlo todo.

Sepa usted que la deseo y
que la adoro un poco, también...
Que no dejo de darle cuerda al reloj
para que me acerque a la nueva cita
y llegue el encuentro en el que
comérmela a besos, a bocados,
durante las noches enteras y
a oscuras, llenarla de abrazos y
envolverla, inmóvil, con caricias
que le erizan toda la piel. Toda.

Sépalo usted y no vaya a olvidarlo nunca...

P.S.: éste es el post número 1001, a lo largo de los años, de media vida y de tanta gente. Sigo en pie. Más fuerte que nunca. Contra todo pronóstico, ¿cierto? :)