He encontrado un lugar para una segunda vida. Y es tan difícil de explicar. Un lugar sin ti. Un lugar para recomenzar despacio y empezar a solas. Un lugar temporal y privilegiado, de calles anchas y poca gente, amable, donde apenas llueve y las cosas son de color verde y marrón en el campo, las casas son de una sola planta o de dos, de madera pintara y un breve jardín que las envuelve, con cestas de baloncesto móviles y abundantes piscinas y caracoles por las aceras y exhuberante vegetación, aún sin ser tropical. He visto un colibrí en un contraluz magnífico y ha devenido mi mejor avistamiento hasta hoy. Un lugar en el que compensan trabajo y vida personal y toleran vidas distintas, a pesar de que todo el mundo se conoce. Diez mil es tan poca cosa... He encontrado un lugar en el que vivir. Un lugar en el que ascendientes, descendientes y colaterales, así como otras hierbas, podrían no estar interesados y por ello el dilema o la tristeza por adivinarlo imposible y producto de potentes imaginaciones desentrenadas...
Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...
miércoles, 29 de junio de 2011
martes, 28 de junio de 2011
Nada que ver contigo pero tan lejos, en esta geografía...
Y otras veces se visitan mundos tan distintos en los que, sin embargo, te encuentras como en el propio. Y hasta te asaltan las dudas sobre si podrías llegar a ser capaz de cambiar de mundo, por un tiempo, hasta integrarte y avanzar, mejorando algunas partes de ti misma. Hay opciones de vivir vidas diferentes en lugares distintos, opciones que pocas veces se contemplan, por miedo, por pereza, por ambas cosas. Y eso forma parte de los planes pendientes, de los sueños por cumplir, de los terrenos que explorar. Y se abren etapas, llenas de sol, de avenidas grandes, escasamente pobladas de casas de ds plantas y jardín, con lugares donde aparcar y tiendas de un poco de todo, gentes alegres de pelo rubio y abundancia. El primero de entre todos los mundos. El paraíso. Lugar de todas las posibilidades. Espacio para todos y la tolerancia instalada en cada rincón. También cierta violencia, como respuesta a las múltiples agresiones con las que la sociedad suele regalarnos. Nada perfecto, no todo es imposible. Y sentirse como en casa, a pesar de estar a diez mil kilómetros de ti...
sábado, 25 de junio de 2011
Esta tarde, revisitando a Tagore...
A veces la muerte te susurra al oido y, con la impresión, te dejas arrastrar, relativizando y hasta contextualizando. Te sientes mínima y frágil, sola como en el desierto por la noche, con el frío de las estrellas y los temores a los ataques de los animales desconocidos, casi siempre pequeños, como tú. Ni siquiera las palabras abrigan esa desolación extraña que se padece cuando se proyecta un nuevo presente con esa ausencia, ese agujero, ese no existir y, lo peor de todo, el para siempre, sin excepción, el nunca más. La muerte es idéntica a una pérdida absoluta como cualquiera de las que tengo en listas mentales, de ausencias y desapariciones, de nostalgias y silencios. Por eso Rabindranat decía lo que dijo, en una frase que se me grabó en el alma de adolescente impresionable y que no he olvidado, como ha sucedido con otras tantas [frases, digo]. Frase [sí] verdadera donde las haya, imprescindible, reiterada y hasta revisitada.
Entre tristezas y miedos escribo, esta tarde. La tristeza de la separación, la lejanía de nuestras distintas geografías y el enorme espacio que se instala entre mi y mi universo, poblado de seres a quienes necesito y quiero volver a ver. El miedo que siempre me visita antes de marcharme, el temor a no regresar y que sean otr#s quienes reciban el susurro de una muerte en el oído, con la intimidad de la sorpresa. No me da miedo volar y, sin embargo, me tiemblan las manos cuando escribo estas frases inconexas...
martes, 21 de junio de 2011
Me temo que como musa no he sabido estar a la altura...
De pronto vuelvo a sentir que algo acaba. Miro a ambos lados, deprisa, como en los dibujos animados, en el convencimiento de que [como en los cines] debe haber salidas de emergencia que me van a servir de atajo para avanzar de pronto en una suerte de calidad. De vida. No hay queja sino hastío, diría yo. O reacción alérgica al estrés o un poco de insatisfacción. Inconformista y perfeccionista. Inquieta e indignada. No voy a quedarme de brazos cruzados viendo cómo el agua sube desde los tobillos, a cierta velocidad, cubriéndome. Me lo he nadado todo y mi cuerpo rechaza el cloro, la humedad y las manos arrugadas, que una hectópica como yo le da mucha angustia. Creo que estaba diciendo que simultaneo un par de miles de gestiones, ya no puedo fiarme de la memoria y preparo un viaje precipitado y de todo menos de placer. Porque supongo que eso no se obtiene viéndose obligada a practicar un idioma que no se domina. ¿Cierto? Fugaz, fugaz como la pólvora que se va a iluminar en esta casa, como el año anterior, en un par de días, celebrando solsticios entre nervios, carrasperas y preocupaciones. Siento que toca cambio de etapa, soy de las que no se queja de manera infructuosa, siguiendo mi línea activa, proactiva, más habitual. Hoy he suspirado hondo porque creo que es correcto que me sienta frustrada al leer que no he estado a la altura. Pero también he cargado conscientemente los pulmones una decena de veces, respirando con calma y atención, para ventilar a fondo, detenerme y reubicar las cosas. Ah. Y se han colado en la pantalla y me han hecho sonreir. También. Inesperadamente. Y aqui me tienes, intentando saber quién cerró para desaparecer y ahora regresar... Y hay algunas posibilidades, claro...
lunes, 13 de junio de 2011
Hay cosas que ya no...
Hay pesos y cansancios que ya no son para mi. Hay plomos y losas y responsabilidades y compromisos a los que renuncié hace tiempo. Es un poco culpa de cualquier cosa, sobretodo de lo que ha ido sucediendo. Y ya no retrocedo ni para correr más deprisa y cumplo mis promesas, aún las más personales, y no me dejo atar porque sucedió que un día ya no fui capaz de comprender nada y me asusté. Sin poner ningún empeño se levantaban pasiones y hasta hubo quien me recomendó calma y una retirada a tiempo, para no doler, que no me dolieran. Y he estado practicando el consejo y no ha ido mal. A veces recaigo y reincido pero me vigilo de cerca porque hay cosas que no pueden ser y son imposibles... pero solo cuando te avisan antes...
viernes, 10 de junio de 2011
Presagios y un puñao de cosas...
Está siendo un viernes de lluvia y poca luz y me siento triste, un poco. Mis noches recuperan la normalidad relativa y no lucho contra esa alegría, consciente de su fragilidad y provisionalidad. Son noches breves, cierto, pero antes también estas se veían interrumpidas. Tengo una bolsa por hacer para escaparme de las tensiones tres días sin fin y sumergirme en una casa muy grande con diferentes habitantes. Había olvidado un rato que tendré que practicar inglés y la pereza me envuelve y abriga. No estoy en la costumbre de perder en asuntos de trabajo y esta mañana me hablaron de batallas que no gané pero sigo con el objetivo final, la guerra, en mente. Ya veremos, al final, el desenlace porque me siento más creativa que nunca, aunque he parendido que, cuanto más arriba subes en busca de explicaciones, las evasivas llegan antes y en toda la frente. Bien, reconozco el desánimo, que no sé disimular, pero prosigo con más fuerza que antes, crecida como los ríos con las lluvias. Las personas que habitan mi entorno diario se ubican, comprenden y se van adaptando a sus lugares naturales y me cuesta ver sus dificultades para mantenerse quietos y no salir movidos en la foto, que fuera hace mucho frío. Presiento que hay largas etapas que, incluso, se cierran y algo me dice que los cambios están por llegar [como lo mejor, que también...].
lunes, 6 de junio de 2011
Todo distinto, a la vuelta...
Un entierro sin lágrimas y un lunes con poco sol, altísima humedad. A mi las horas se me escapan y eso que pongo empeño. Luego lo vives todo tan frágil y provisional que te empecinas un poco más en verlo de nuevo con ojos distintos, como desde el prisma "hospitales llenos de gente sufriendo" y se potencia por mil la sensación de prisa mezclada con un pequeño bienestar, que reconoces provisional también, hasta la próxima crisis en la que intentes detenerte a respirar bien, profundamente, para ventilar. Intento no perder la sonrisa pero confieso que el infinito de cosas por hacer [creo que se reproducen sin asistencia...] y la falta de un descanso cotidiano tienen algo que ver con mi ceño fruncido y la expresión algo dura, que pretendo matizar como con justificaciones. Y es que me gusta tan poco...
domingo, 5 de junio de 2011
Otra vez el mismo día...
Se me pega el tiempo a la piel y transcurrimos. Me reconozco todavía en los espejos de las tiendas y en los reflejos de los cristales de la calle, aunque sea toda distinta, en lo invisible y en la imagen que me devuelven. Todavía soy capaz de sonreir cuando encuentro sorpresas en los estantes y consigo convencer de que eso es precisamente lo único que hemos estado buscando nunca para llevarlo a casa y recordar el momento cuando pronunciemos en silencio el nombre del lugar, con una media sonrisa. Suelos empedrados y olor de medioevo. Calles estrechas que suben y espacios recorridos de manera repetida, en busca de cualquier sensación, entre la de lejanía y la de soledad, que nos devuelve a un lugar vivo, moderadamente lleno, con música de fondo, como las quince canciones que también se han venido en la maleta y están rompiendo los silencios del salón. Un año más y lo digo feliz, con una sonrisa...