jueves, 30 de junio de 2016

Tú y yo, antes, fuimos dos hombres...

¿Sabes? me han contado una historia preciosa. No importa si es cierta o no. Me tiene el alma atrapada. Y creo que usaré la palabra alma varias veces, hoy. No tiene sinónimo, ni nada que se le parezca, ninguna otra lleva la misma carga ni tiene un significado ni siquiera parecido... Somos alma...

Fuimos dos hombres. Antes de ser lo que somos hoy, dos espléndidas mujeres, lo que hemos sido. No sé cuándo ni cómo se ubica la historia en el tiempo ni en el espacio. Éramos hombres y trabajábamos juntos. Muy juntos. Existía relación jerárquica y de confianza y yo era la parte débil. El eslabón frágil, en el que te apoyabas. Me tenías sometido [faceta transgénero nueva para mi, que la uso por primera vez; suena raro] y, mucho más que eso, vejado. Me hablaron de sadismo y de una violación, desconozco si en singular o en plural. Abusabas de mi, en resumen. Me forzabas, disponías de mi, me utilizabas. Obteníamos cierto placer en ese juego prohibido.

Fue ésa una relación invencible, insuperable, inexplicable, de dominación y poder y sometimiento. De atracciones viscerales, de miedos, de pánico mutuo y recíproco. Yo te temía y te buscaba. Tú me buscabas y sentías miedo de tus sentimientos, de lo que sentías por mi. No nos reconocíamos y, sin embargo, no podíamos alejarnos apenas nada.

Mi alma estaba cautiva, como la tuya. Todo lo demás era puro divertimento. Sin grandes éxitos porque la atracción y la materialización sexual de esa relación increíble, imposible, se lo llevaba todo por delante y no existía placer si no era contigo, si no era en ti, en tus manos, a tus órdenes. No existía hogar ni casa ni tierra si no era en tus brazos.

Y me explicaron, también, cómo gestionar las emociones, la relación y la mejor forma de calmar el alma...

martes, 28 de junio de 2016

200 emociones...

Hay personas que por alguna razón incomprensible son cruciales en nuestra vida. Hoy quiero pensar en una de ellas. Se llama M. Es excepcional. Me reservo su nombre completo porque podría ser fácilmente reconocible y la respeto como ella hace conmigo. De hecho, no sabe que escribo sobre ella por lo que no ha podido autorizarme a que la mencione y difunda sus habilidades. No vaya a ser que se le llene la consulta...

Es argentina, dulce y pelirroja. Me cuida y me ha reconocido sin haber tenido apenas tiempo de conocerme, para conocerme. Entró directamente, hasta el fondo. Es uno de esos seres especiales que te miran desde un metro y medio de distancia, te ven y te traducen. No valen las excusas ni las explicaciones. Tampoco hay opción a bablbucear unas cuantas justificaciones, ridículas. Siempre me sueno ridícula. Es simple, para ella: me lee la cara, la expresión, los ojos. Y luego, a pesar de lo que muestra su rostro [un poco de miedo, como cuando creemos estar en zona de pánico y pensamos que no sabremos gestionar algo... A mi me pasa a menudo...], siempre, cada vez, me lanza unas palabras amables. Me ve guapa cuando estoy gris. Elegante, una mañana en la que no me he vestido, solo me he cubierto el cuerpo para salir a vivir. Interesante, con mi puesto intelectual de gafas para la presbicia. Y así...

M. apenas me toca, cuando me tumbo en su camilla. Me quedo dormida, así que no sé qué me hace exactamente. Es una cuestión de confianza. Despierto, muchas cosas se han revuelto [todavía más, si eso era materialmente posible], me hace una pregunta como por descuido y a mi se me escapa, sinóptica, la frase que me resume por completo. Unas palabras, breves y furiosas, que lo explican todo, que la invitan a seguir, a atacar lo que [de todo lo peor] es lo más malo, entonces...

Con ella suelo hablar de emociones y me cuenta que tengo doscientas metidas en mi cabeza, con cuatro piedras angulares, y solo ella puede entretenerse hablándome de mi engreimiento o mi frustración, de mi sensación de inutilidad o mi miedo, de mi desamparo y este desconsuelo, de este infinito proceso de búsqueda y de los desiertos que siento estar cruzando [no hablo de Atacama ni de promesas incumplidas. Es muchísimo más que eso...], de mi forma de auto lesionarme y de maltratarme [nótese que escribo cada palabra consciente de la carga que transporta y saboreándola, porque cada una de ellas es un mundo en sí mismo, que hay que pasear y cabalgar, como vengo haciendo últimamente].

Ella me cuenta, con serenidad y sorpresa, lo malo que arrastro por la fuerza, lo que va en mi ADN, mi propia carga genética. También me recomienda libros que me muero de ganas de leer y subrayar, cuando llegue el momento y tenga el tiempo. Y me mira desde la humildad que solo conocen y dominan quienes están regresando de ese mismo viaje, con la dulzura de quien reconoce el dolor ajeno por haberlo vivido, desde la superioridad de saber que todo pasará, que tiene fin, que es un proceso maravilloso de aprendizaje, que en realidad es útil y refuerza y es una preciosa excusa para escucharse y detenerse. M. y sus regalos...

jueves, 23 de junio de 2016

So excited...

Aqui adoramos el verano. Y cada año nos paramos a darle la bienvenida, como se merece. Con fuegos artificiales y noches largas. Y lo festejamos con unas minivacaciones. Más de tres días por delante, una playa con bandera azul y nuestro plural.

No veo el momento de salir de aqui y hacer todas las cosas que queremos hacer y tenemos pendientes, al aire libre. O no.

Las bicicletas, que son para esta estación, las palas y tantas otras cosas que ya no tengo tiempo de relacionar. Incluso el sofá...

Feliz verano! 

miércoles, 22 de junio de 2016

Descubriéndonos...

Opción A: Coge la bici. Empiezo a bajar y nos vemos debajo del Vela (así es como llamamos los lugareños al emblemático hotel W).
Opción B: llévame en la Bestia a cualquier lugar, solo a dar un paseo y así compruebas la sensación de llevarme de paquete... A la playa desierta, dónde aterrizan los aviones...
Opción C: tenis o padel? Hace sol, esta tarde... A ti te gusta jugar con sol... No, mejor nueve hoyos en el campo en el que jugué el otro día! Y me enseñas. Y la suerte del debutante me regala un empate. Nos faltó tiempo para un par de bolas y terminar la vuelta...
Opción C: día de la música, estrenamos verano, concierto para los refugiados, voces conocidas y amigas. Qué te parece? Vamos? Pues claro! Y bajamos paseando un barrio nuevo. Improvisamos una cena descubriendo un local encantador. Y regresamos caminando, solo un rato y hasta que se acaba la noche y nos ataca el cansancio...

Hay varias cosas relevantes y emocionantes en todo eso... Son verbos bonitos... Compartir el tiempo libre y hasta las preocupaciones con una sonrisa. Recuperar las ganas de no tenerle miedo a los sentimientos. Volver a confiar en que sentir es posible sin esperar una traición. Leer en tu cara que hay muchas cosas bonitas y poco egoísmo. Que entiendas que estoy porque cada día te elijo como la mejor opción. Todo eso tiene un nombre: emociones. 

Entre música de cuerda y batería me preguntas al oído y en voz muy alta si tengo miedo. Necesito algunos segundos para comprender bien tu pregunta y la empatía que enmascara, me descoloca porque no estoy muy acostumbrada a que me traten así. Te respondo sin hablar. Porque no es necesario. Creo que sabemos que te miento porque es imposible no tenerlo, cuando suceden cosas impensables y graves que solo comparto contigo... Cosas que te despiertan a estas horas de la noche y descubres que te han robado el sueño...

jueves, 16 de junio de 2016

Asuntos pendientes...

Creo que ya escribí sobre ella, la cantante de esta canción, entre otras. Pero no saltéis aún al link, que os perdéis. Poquitas que sois y os distraéis...

Igual fue en el FBK, ahora que pienso.

Es la de 80 veces, la de Asuntos pendientes, la de Berlín. La que anoche llenó a petar el mágico Palau de la Música y nos levantó a todos, haciéndonos bailar un chotis. Bueno, no era ese baile, evidentemente. Hay poco espacio para moverse, en general. Nos ceñimos a lo que había: una baldosa por cabeza. Más o menos.

Es la que conjuga palabras y verbos para personalizar y concluir que la canción va para quien es "lugar en la distancia". Bonita letra. Preciosa noche, de aplausos y sonrisas, de sorpresas y caricias un poco públicas y atrevidas, aunque temieras que a mi me vieran. "Cómo no te van a mirar caritas desde arriba, si eres la única que lleva americana esta noche y fíjate, además, dónde estamos sentadas...". ¡Pero si la americana era de sport! ¡debían mirar por otra cosa, digo yo! [peronosécuál].

De pronto, en ésta época, la vida se me llena de música, de gente, de cambios, lecturas, disciplina y ganas. También de planes, mientras discutimos el lugar y te asustan las avionetas. No hay alternativa cuando quieres salvar grandes distancias en un país como ese, mujer. También me la lleno de inconsciencia y de calma. Lo trabajo. Sigo en modo espiritual, por llamarlo de alguna manera. No quiero tomar conciencia de determinadas situaciones y en cuanto a la calma hago partes amistosos en plena ciudad como si nada fuera importante y lamento que la culpa fuera del otro porque para el otro el vehículo es un medio de vida. La asumiré como mía, al final; lo sé.

Y siento que no existen asuntos pendientes porque camino con el mentón en alto y la mirada al frente. "Si el pasado te llama, no contestes. No tiene nada nuevo que ofrecerte". O eso reza tu whatsap, hoy mismo.

Es tiempo de crecer, de suspirar fuerte y hondo para sentir los pulmones como globos. De sonreír y dejarse reír, porque es inevitable hacerlo cuando te dejan [a vuelta de whatsap] un mensaje de voz desde "grandesdosisdecariño.com" con el pedido realizado, cuando surgen slogans de cualquier juego de palabras, cuando los accesos de risa y las carcajadas nos envuelven.

No sé si nadie te ha dicho antes que tienes una voz preciosa, preciosa...

martes, 14 de junio de 2016

Sí, tú! Es a ti! La de los ojos color verde Menorca...

Frente al mar. De nuevo. Ese tiempo sin reloj, esta vez más largo. Que nunca desde que conjugamos el plural. Dormir tarde y escuchar las olas del mar, a oscuras, a través de una franja de playa blanca y fina, con nuestras copas de vino. Despertar pronto porque hay prisa. Prisa para seguir en posición horizontal, abrir despacio los ojos, caminarnos la piel con las manos y los labios. Besar tus párpados y encontrarme debajo con tus ojos verdes como el agua de Menorca, licuados, líquidos, transparentes. 

Mirarnos y vernos y decidir sin otros planes que lo que nos empuja, en función del lugar, del tiempo, el sol y el calor. Improvisando, en dos minutos, en dos horas. Ahora que necesitamos vacaciones para preparar las siguientes; hoy que queremos desconectar de los trámites y costumbres de cada día; justo cuando queremos hacer tantas cosas y no importa mucho cómo, dónde o cuándo. Mientras referimos agotamiento por diferentes causas totalmente justificadas. Ya nos toca. Por favor.

Azul y verde muerde, me dijo alguien a quién adoré hace tres décadas. Mírame a los ojos: yo no muerdo. Yo hablo con ellos y callo todo lo que parece innecesario decirnos. Porque a veces son mejores los silencios, aunque la tuya sea una de las voces más bonitas que me hayan susurrado nunca al oído, probablemente, y me encante oírte contar historias, aunque tengan todo el sentido del mundo...

TLP...

Anoche empecé psiquiatría. Sí. Me contaron de alguien, un caso especial y bastante interesante, que no conocía. Me refirieron un trastorno [palabra más fea, sin la n, ¿no?] perceptible hasta en la distancia. Me mandaron un par de links y una recomendación. Y yo, obediente en este tipo de peticiones, me sumergí en la lectura consciente, tumbada en el sofá, con ganas de sabérmelo todo, como si eso fuera posible.

Me dijeron que ese alguien tiene un patrón de conducta: no sabe amar. Y eso le conduce a ser infiel con todas sus parejas. Todas y sin excepción. Más o menos importantes: desde el marido con el que convivió diez años y saltó al otro bando, hasta todas y cada una de las mujeres con las que ha estado desde entonces, de manera individual o simultaneándolas a todas o unas cuantas. Todas esas mujeres han sido traicionadas. Sin excepción. 

Es infiel y no puede guardar el respeto debido, forjar relaciones serias, dejarse amar bien. Hay episodios recientes, muy frescos, que demuestran una recaída tras algunos meses de ligera estabilidad; todo fake, claro. Esos episodios explican que las aguas regresan al cauce natural y contra natura de las que ella ha bebido desde su más tierna infancia. Destroza y despedaza a sus compañías, naturalmente. Y no vuelve la vista atrás más que para sentirse útil y obtener reconocimiento de sus víctimas.

Es egoísmo. Es inconsciencia. Es divertimento. Narcisismo. Pérdida de la percepción de la realidad. Y muchas otras cosas referidas con su imagen y su desatención a su propio cuidado. Eso me dicen, sí.

Ignoramos el momento en el que se produjo el trauma durante la infancia, pero existen también causas biológicas, probablemente. Fácilmente diagnosticable con varias analíticas simples y otras pruebas indoloras. En manos de expertos, naturalmente.

Me dicen que esos comportamientos en los que alguien precisa traicionar la confianza de su acompañante/compañera/amante para sentir que se vive al límite tienen un nombre. Alguien experto me cuenta que el trastorno [sí, es horrible, sin la n...] no es tontería. Pero tiene arreglo. Esa es la parte buena para después de tomar consciencia de que el problema existe y hay que tratarlo. Porque, claro, lo primero es reconocerlo y dejar de negarlo. O conocerlo y llegar a la conclusión de que eso es realmente lo que puede explicarlo todo. Y tú sin saberlo. Vaya...

Vivir haciendo sufrir es difícil, aunque pueda parecer divertido, desordenado, risky y tal. Porque vivir comportándose como una cría caprichosa e inmadura en la segunda mitad de la treintena también hace sufrir. La vida pasa facturas, siempre. Y las traiciones vienen de fábrica con efecto boomerang. Todo nos es devuelto, a la larga. Las bondades y sobretodo las traiciones y los daños.

Resulta también que el alcohol y la cocaína, por ejemplo, son malos compañeros para el trastorno. Lo desencadenan, lo multiplican. Otros psicotrópicos y estupefacientes y substancias extrañas, también. Y sucede lo mismo con los excesos, que potencian los desarreglos psíquicos y pueden desencadenar otras cosas. Nada nuevo.

Os dejo el link para que descubráis el nombre del problemón.


Me atrapó como el mejor de los best seller leídos en los últimos años. Me abrió los ojos, me despertó.

No os perdáis la lista de los síntomas:

"Criterios diagnósticos según el DSM-IV:
Síntomas afectivos
1.- Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días).
2.- Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla (p. ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).
3.- Sentimientos crónicos de vacío o inutilidad.
Síntomas impulsivos
4.- Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes o comportamiento de automutilación.
5.- Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por extremos de idealización y devaluación.
6.- Impulsividad en al menos dos áreas que es potencialmente dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida). Nota: no incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el criterio 4.
Síntomas interpersonales
7.- Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado. Nota: no incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el criterio 4.
8.- Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable.
Síntomas cognitivos
9.- Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves."

El entorno debe ayudarles a que reaccionen y se pongan en manos de expertos. Sin mentir. Procurando encontrar soluciones, que las hay. Ellas solitas difícilmente se darán cuenta de que necesitan ayuda, tratamiento, cuidados y seguimiento.

Desde aquí, desde la distancia, le deseo mucha suerte a la afectada, a la enferma y también a mi amiga. Ojalá la primera encuentre remedio y paz y sea capaz de amar y hacer feliz a alguien, alguna vez. Parece que solo sabe hacer llorar y convertir en infelices a quienes la acompañan, la pobre...

miércoles, 8 de junio de 2016

Sacando a la bestia que llevo dentro...

Por fin. Sí. Llegó el momento de sacar a la Bestia, un espléndido día, de a tres con seis ruedas, cuatro rubias y una morena de ojos verde licuado [lucky you, sólo sois el 1% de la población mundial y lo sabemos...]. Pueblo de playa y paseo, una copa a media tarde con puesta de sol, risas y planes. Es verano, luce el sol, es la costa catalana, los extranjeros cayendo al mar, casi, de fiesta. Todo alegría y ganas.

Siglos sin divertirme tanto. Había olvidado lo que es tener un motor entre las piernas [con batería potente, quiero decir. Vale, es broma] y volar sobre la calzada. Esa carretera sinuosa, de amplias curvas, impecable. Golpe de gas, suave, 160 kms/h en el cuadro de mandos. Vale. Para un poco. En medio de otras dos bestias rojas, que sobrevuelan el camino, trazándolo distinto, esquivándolo, sin pisar la señal de sus ruedas. Siguiéndonos, persiguiéndome, acompañándonos y viéndonos por los retrovisores, que devuelven las miradas de atención, perfectamente. No estoy sola. No me siento sola. Ellas no van a abandonarme. Seguro, en ningún caso. No es la norma de la carretera.

Dentro del casco, haciendo fuerza con los músculos del cuello para no doblegarse por el viento, el silencio es mayor y me siento tan conmigo como cuando nado y cuento piscinas, para acabar descontándome. Siempre. Indefectiblemente. Pero tengo que concentrarme tanto en mantener controlada la potencia con la mano derecha que es materialmente imposible distraerse más allá de revisar los paisajes que aparecen y cambian y se mueven. Azules y verdes y marrones. Surge una curva y hay que frenar con calma con el pie y la mano. El guante genial con refuerzo en todos los rincones es de invierno, como el resto de la equipación, así que me frío por dentro a pesar de bajar cremalleras y la piel no se dilata ni cede sino todo lo contrario, así que voy con el tacto tan ajustado a la mano que duele ligeramente, enrojecida. Como cuando los pro te cuentan que es mejor que el calcetín de esquiar sea un ejecutivo fino y tu alma te pide que te calces otro de un centímetro de grosor porque te pelas de frío. Es cuestión de tacto y el tacto es control. Y el control, esencial.

Voy siguiendo la carta y ésta me hablaba de apertura social, de cambio de aires, de nuevos horizontes, dejar atrás lo que lastra e impide avanzar, de replanteamientos generales. No lo tenía previsto, no me apetecía demasiado, en realidad. Todo estaba bien a pesar de ser una catástrofe a la que me negaba a enfrentarme. Sigue sorprendiéndome que sea solo una coincidencia que se acumulen situaciones traumáticas alrededor de mi cumpleaños... Pero, repito, ya está escrito, ya me advirtieron, ya era sabido.

Estoy en disposición de dar charlas acerca de la resiliencia. Bueno, también de injurias. Así como de otras bellas traiciones. Pero también podría hablar largamente del olor inolvidable de los lilium blancos que llenan mi despacho...