Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

jueves, 18 de diciembre de 2008

Reporte de una cena excepcional...

Así me siento...
Tengo
los órganos vitales adormecidos,
las partes blandas rígidas,
la mente líquida,
el alma partida...
Anoche volví a enfrentarme a ella, con toda la ilusión que había podido coleccionar en apenas una semana. La tengo muy presente y, sin embargo, nos vemos tan poco. A pesar de sus promesas, siempre soy yo quien establece contacto. [He hablado de ella en otras ocasiones. Es la de los chicles de clorofila]. Siempre promete llamar, con esa cara de disculpa, consciente -ella, yo también- de que no va a hacerlo. Por miles de razones que sé resumir: no quiere importunar, no soporta la idea de avergonzar. No son esos los verbos exactos. Creo que tampoco puede con el adjetivo "pobre" que suele acompañar su nombre.
Procuro prepararme antes de verla, borrarme de la cabeza la imagen de adolescente corriendo hábilmente tras el balón de baloncesto, recordarla como la última vez. Y siempre revivo la conversación mantenida en la calle con una de sus hermanas: "...sí, pero es que... es degenerativo...". Y procuro agravar un poco a ciegas su estado actual. Pero su proceso va mucho más deprisa que mi imaginación, que se niega a estroperala, a hacerle daño, y cada vez me sorprendo girando la cara para que no vea cómo mis ojos se llenan de lágrimas.
Camina muy despacio. Mucho. Arrastrando ambas piernas, en cada paso, desde detrás y hacia adentro. Tiene que acompañarlas al sentarse y levantarse. Se apoya, insegura, en un solo bastón. Empuñadura de plata, caña de color negro, línea minimalista, de diseño. Y, al desplazarse [me niego a llamarle caminar], busca tu brazo, solo para sentir el contacto porque es como si no quisiera apoyarse, apretar, colgarse, depender de nadie. Solo tengo ganas de llorar. Y no puedo. En cambio, tengo extrañas sensaciones de rechazo ante lo sucedido, de furia con la vida, de superación [¡podremos conseguirlo!¡por favor, no te rindas!]... Quizá si pudiera darle ánimos para que encontrara un aliciente en su rutina rehabilitadora, tal vez llevármela a alguna parte, de viaje, empujando su silla de ruedas por calles y pasillos de aeropuerto, ella sentada, sonriendo y feliz...
Sentadas parece todo tan normal... Durante la cena es como si los años se hubieran detenido y las anécdotas que compartimos de nuestras vidas de hoy hubieran sido compartidas. La miro, la observo. Ya no está nerviosa. Ella está todavía más asustada que yo, antes de verme. No lo dice ella sino sus manos. Explora las reacciones ajenas para verse a si misma más allá del espejo, reflejada en nuestras expresiones. Y a veces no sé fingir, sé que percibe mi tristeza. Intento capturarla en la retina ahora que -pienso- todavía está bien. Pero no lo está. Aunque va a estar mucho peor. Y sé que me pierdo tantas cosas de su vida, que voy a extrañarla siempre, que lamentaré no haberme dedicado más...
Estoy intentando deshacer el nudo que me obstruye la garganta. Gracias. Necesitaba tanto llorar estas lágrimas como respirar un par de bocanadas de aire...

6 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. después de ésta entrada, hay mucho que decir y poco que escribir (como comentario de blog). Así que te mando un gran abrazo

    nima

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  3. un abrazo muy fuerte!
    tienes todos los recuerdos que comentas, es como deberías intentar recordarla

    un besazo

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  4. Yo voy a ser menos escueta que las demás, porque conozco esa situación. Nunca doy consejos, todavía menos sobre algo tan personal, y aun mucho menos cuando no me lo han pedido, pero algo me dice que debo hacer una excepción, Burbujitas.

    Todas comprendemos su rabia y tu tristeza, gracias por compartir tus lágrimas contenidas. Sin embargo:

    1.- No te sientas culpable, ni siquiera por no llamarla más a menudo. Ella no desea eso, la hace sufrir tanto como a ti, o más.
    2.- La empatía en estos casos no ayuda NADA, porque ambas sabéis que ella va a empeorar y tú no.
    3.- Acompañarla y ponerte a su disposición es lo único que puedes hacer, y te aseguro que es mucho. Asegúrate de que las medidas paliativas son algo que ELLA desea para sí misma y NO para hacer felices a los demás.
    4.- Ella tiene miedo a SU futuro, tú en cambio TIENES un futuro. No le trasmitas más miedo ni tristeza dejándola elegir la forma de conseguir la paz, SEA CUAL SEA. Sólo así la ayudarás.

    Lo siento, soy terriblemente dura con esto, pero no podía mirar hacia otro lado con un simple abrazo.

    Besos, Burbujitas. Aquí me tienes.

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  5. Os agradezco a todas tanto los abrazos como los consejos. Procuraré retenerlos y seguirlos, respectivamente...

    Besos y burbujas. Ooº

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