Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

sábado, 28 de marzo de 2020

Un poco de la nada...

Aprendemos a ordenar las horas de cada día, ahora que son tan parecidos o hasta repetidos. Jugamos con las diferentes opciones, tan limitadas, y elegimos alguna. A veces erramos, a veces hacemos descubrimientos maravillosos (Unorthodox, por ejemplo). Nos cansamos y queremos cambiar. Estamos tan descansados que bendito sea el ejercicio de (casi) cada día. Nos contenemos para no comernos toda la ansiedad. Y nos movemos. Conectamos con quienes están y también con los que hace tanto que ya no. Aparecen voces pasadas que siempre aguardaron en ese rincón especial y te recuerdan que sigue importando aquello que os unió. Tendremos que aprender a racionar las diferentes ofertas, por si terminan por acabarse antes de lo previsto; porque mañana no será otro día. Mañana será un poco más de hoy, alargado...

jueves, 26 de marzo de 2020

Inspiración y pensamientos pendientes...

Procuro encontrar inspiración. También éstos días. Quizá especialmente ahora. En personas, en momentos, en situaciones, en lo que leo y, sobre todo, en cómo me informo.

Dejo un párrafo aquí que me ha parecido bonito, especial, interesante. Leído por ahí, en ningún lugar. No es de autor conocido, pero lo entrecomillo igual para hacer honor a la verdad que no es más que mi no autoría de lo que voy a publicar:

"Meditar no es poner la mente en blanco. Meditar es aprender a escuchar qué hay adentro. Escuchar con atención. Conocer los lugares comunes de la mente. Conocer esos sitios favoritos donde siempre le gusta ir.  Los pensamientos son a veces insistencias de algo que tenemos pendiente, de cosas por hacer, de asuntos que nos generan ansiedad y hasta que no nos ocupemos de ellos, no van a desaparecer." 

Yo añadiría que meditar es pensar en quienes son o fueron importantes para nosotros, nos forman parte y nos pertenecen. Somos, también, un poco ell#s. A veces, son nuestros pensamientos pendientes.

Que cada cuál aprenda de quienes aparecen en su mente cuando cierra los ojos para editar y decida en consecuencia. Incluso, tan sutilmente como cuando a veces parpadeamos...

sábado, 21 de marzo de 2020

Dark times...

Romperé estereotipos y aprenderé optimismo, me dije hace poco. Y así leo las señales buscando que provoquen ilusiones y planes, sonrisas y ganas. Con la que está cayendo, son imprescindibles y las necesitamos en grandes cantidades, a todas horas de éstos largos días.

Proyecto ilusiones y, ante las incertidumbres, voy hacia atrás, en busca de momentos mágicos, cruciales, solo especiales. Y me veo y me recuerdo dando un paseo en el Central Park en otoño y con las manos en los bolsillos del abrigo. En una isla griega de unos centenares de habitantes, en una moto y sin casco. En algún lugar de los Alpes nevados, subiendo y bajando, con frío. La lista no es para dar ideas ni crear un catálogo de viajes sino para fijar los recuerdos y darles la importsncia que se merecen.

Hay un lugar que fue especial y que visité en un par de ocasiones. En la primera, me invitaron a tomar un papel de colores de entre muchos de los que había en un bote de boca ancha, por la que cabía perfectamente la mano. Salió uno azul, en el que se leía el siguiente mensaje, escrito a máquina: “vivir consiste en construir futuros recuerdos”.

Hoy, quizá como nunca, tome especial sentido. Hay que llegar con la memoria llena de bonitos recuerdos cuando toque mirar por una ventana desde una cómoda butaca y los perros esperen tumbados a mis pies a que llegue el momento...

miércoles, 18 de marzo de 2020

Que hoy no sea hoy...

Et recordo cada día. Intensament. I no me'n amago a mi mateixa. A la resta, sí. Ningú entendria res. Penso en tú dolçament i t'enyoro. Refaig converses i ens veig a llocs. Em penedeixo dels silencis, dels petons que no et vaig donar, de les carícies que mai no et vaig fer. Et miraria d'una altra manera, avui. Des de la maduresa i els aprenentatges, des de la tristor del que ja no serà mai més. Des de la pena pel que mai no va ser i la llàstima. No hi ets i és el fet més irreversible de tots. Inútil tornar enrere, la vida a vegades és impossible...

Hoy amanecí revuelta, forzada y rebelada. Hoy no quería que fuera hoy. Más allá del confinamiento, del desgaste emocional, de la repetición impecable de las palabras clave en los medios de comunicación malditos; más allá de todo eso, amanecí dispuesta a modificar los mil flecos que me desagradan, de mi entorno, de mí, de todos. Confieso no saber por qué lugar empezar. Refiero cansancio y desgaste (incluso pensamientos de muerte), que diría un buen psiquiatra. A veces, apetece pensar que ya no se puede más, que no hay ganas, que nada importa ni ilusiona. Y abandonarse a la vida, ponerse en sus manos. Incluso en condiciones normales. Porque esto de ahora, obvio, no lo es.

Alargo la vista en busca de algo parecido a las ganas y la ilusión. Y eso sí que está contenido, erradicado, vencido y doblegado. Intentaré esforzarme más. Aunque las sienes, que van por su cuenta, quieran estallar. Lo intentaré. Lo prometo...

lunes, 16 de marzo de 2020

Hay tiempo...

Es tiempo de un nuevo orden internacional, de nuevas reglas, de resultados distintos a lo de siempre.

Hay tiempo para pensar, actuar, redefinir, recordar y valorar. Ver si somos quienes eramos y lo que queremos ser.

Días de reflexión, interiorización (si podemos) y de hacer planes, de proyectar. De ver hacia atrás y pensar si es lo que queremos, lo que necesitamos y nos apetece de verdad.

Valorar si la vida que llevamos es la que realmente. De cambiar. De redefinir. Como cuando observas, atónita, que el error es profundo, de base.

Y rectificar. O no. Seguir con la vida equivocada. Por miedo, pánico, falta de alternativas. Cada cual a lo suyo...

sábado, 14 de marzo de 2020

Confinamientos...

A mi estar en casa me gusta. Mucho. Desde casi siempre. A veces porque huía de mis compañías, que tenían menos peso del que habría deseado. Y por eso mismo no las deseaba. Físicamente, quiero decir. Otras veces porque me permitía estar con mis descendientes y conmigo, también.

Me cuesta horrores comprender a quienes no saben estar solos y tampoco en sus casas. Es crucial estar bien contigo misma para dedicarse a los demás. Luego sucede que vas de cama en cama, de brazo en brazo, de ideal en ideal. Y no puedes gustar porque repeles, empujas y apartas. Horrible. Y suelen no entender nada, por supuesto. Y la autocrítica es inexistente. Hombreporfavor.

El confinamiento, por tanto, está siendo de momento un regalo para mí. Tiempo. Para mí misma, para lo que quiero, para leer, escribir, pensar mucho, informarme, participar con opinión y voz, soñar en la siguiente escapada lejos, súper lejos, o súper cerca, olvidar los billetes perdidos por fuerza mayor, sonreír y visionar visualizando nuevos escenarios desconocidos. También esto pasará. Naturalmente.

Pienso en los irresponsables que se creen inmunes, en los estúpidos que juegan al “estonovaconmigo” y no colaboro. Los que no conocen el significado de la palabra imprescindible. Me refiero a la potestad de moverse estos días, por supuesto. Ellos son absolutamente prescindibles. En mi vida, al menos. El número de imbéciles es infinito y a mi me toca conocer a algunos. Una desgracia. Y a esos no les cambia nadie. Versos libres. Protones sueltos. Mis malos deseos para ellos. Y mis arcadas...

domingo, 8 de marzo de 2020

Miedo...

Hay quien ama en tiempos de cólera. O en tiempos de miedo. A la fragilidad, a que se rompa todo en mil pedazos, a la sorpresa de no adivinar ni verlo venir, al abandono. Miedo a que el cincuenta por ciento salga corriendo al girar una esquina, a media noche, cuando sople una brisa. Porque sí. Mucho miedo a las mentiras, a las medias verdades, a los olvidos. A la falta de confianza y a amar desconfiando, sí.  Y hasta a las omisiones. Miedo terrible a no entender, a que falten palabras y explicaciones y conversaciones. A las palabras altas y a los susurros envenenados. Miedo a sentirse pequeña, sola, engañada, abandonada. Un miedo sólido y pesado, paralizante y congelado, enorme e intrusivo, inseparable. Miedo a fallar, no estar a la altura, hacerlo mal. Más miedo a escuchar que lo hiciste mal de verdad, que dolió, minó, acarreó consecuencias y provocó resultados. Miedo a haber dejado de saber amar, a la muerte de la emoción, al horizonte vacío, alargado y lejano. Miedo paralizante que ha podido con la espontaneidad, la fuerza, la valentía y la decisión. Miedo a no volver a ser jamás quien era, a no saber envolver en abrazos, comer a besos, leer la piel, oler y escuchar. Un miedo insólito, distinto, telúrico y ancestral. Un pánico al fracaso, a ver descender la vida sin haber aprendido a amar sin miedo. Miedo al miedo de no saber querer...

Aquí está todo...

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

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