Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

martes, 29 de noviembre de 2011

Hay días de tristeza, incluso...

No siempre me luce el sol ni el viento sopla suave. Mi jardín a veces no tiene agua suficiente y las fuerzas telúricas a veces dejan de ejercer presiones. O no hay sonrisas y muchos silencios. No soy Alicia ni mi país maravilloso. Siento esos miedos que solamente dan el temor a la pérdida de la vida, a la incertidumbre de lo que ha de venir y no conocemos, a los sufrimientos y a los dolores, miedo al miedo, el de por la noche a oscuras y toda redonda en la cama, de lado, abrazándote y cerrando fuerte los ojos bajo la sábana, en un conjuro raro para desaparecer, que siempre resulta fallido. A veces en mi vida hay lugares incompletos y vacíos en las sillas y también llevo los bolsillos llenos de papeles que me recuerdan. Sonrío con una mueca triste, cuando me siento única. Pero no como sinónimo de exclusiva, no: sino de sola, impar, dejada y abandonada, en medio del río que, en mi casa, baja turbio porque ha llovido fuerte y el agua es marrón y opaca y sin brillos ni matices, como las personas grises, que ni frío ni calor sino todo lo contrario. A veces en el salón recuerdo oraciones para que regresen los momentos felices de felicidad verdadera e inconsciente, fugaces, intensos, significantes y sin repetición, tantas veces, apenas percibidos ni perceptibles. Algunas veces dejo de sonreir y se me nota que busco todo lo que permanece de bueno, lo bondadoso, lo mejor y verbalizo algunas cosas, las que me resultan más fáciles de pronunciar sin que se me coma la vergüenza y el pudor que se me tatuó en el córtex o en cualquier otro lugar extraño que ni siquiera he estudiado. Hay días en los que por la mañana cargo conmigo a cuestas y echo a andar...

1 comentario:

  1. Hay días sparkling, en que hay que seguir, y seguir, y seguir, y se sigue porque una no se desaparece cuando quiere, pese al temor, pese al dolor, pese a los miedos. Es esta lucha constante que viene siendo la vida, y va a haber (si o si) que ganar la partida y hasta contarse veinte.
    Te sigo muy de cerca.
    Abrazo centrípeto.

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

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