miércoles, 30 de junio de 2010

Nunca me gustó el olor a hospital...

Como si alguien hubiera introducido tela de saco dentro de mis ojos. Cada mañana, al despertar, lo mismo. Nada tiene que ver con el calor sofocante, mojado, de estos días y de estas noches. Aún en la cocina, pienso en que alguien tendría que avisar a Hukia que en verano se debe reducir el tiempo que se programa en el microondas, que todo sale ardiendo por la elevada temperatura ambiente. Ya lo he aprendido y hoy no hay quemaduras. Hay sorpresas. Y agradecimiento porque pienso que deberíamos ser más generos#s a veces y tener este tipo de detalles, tan gratuitos y valiosos. Altruismo. Empatía. He dejado de pensar. Tengo otros proyectos. Una ya no sabe si la apuesta va a salir bien o si es una aventura romántica en una empresa inviable. Hay que luchar y me gustan los retos, asumir riesgos, cada día más. Quizá valentía, tal vez inconsciencia. O ambas a la vez.

Anoche llegué pedaleando al mar. La compañía era grata pero incómodamente inquisitiva y una tiene una edad y unas parcelas que proteger, que ha decidido no compartir. En esencia, soy secreto. Me cuesta disimular que me interesan ciertas cosas que a todo el mundo le resultan interesantes. No pregunto apenas. Porque las respuestas me dejan fría, me tienen sin cuidado, no me importan. Egoista recalcitrante e incómoda, me estoy volviendo.
Sólo dos párrafos miserables de post y me encuentro con que concluyo incompatibilidades porque altruismo y egoísmo ni casan ni maridan bien, sino apenas lo contrario... Mis disculpas...

martes, 29 de junio de 2010

¿Has visto...

...qué pequeña es la sombra de las farolas en verano?

lunes, 28 de junio de 2010

Deadlines y otras ansiedades permanentes...

Cuando una se desprende de cinco horas en lugares que a veces huelen a queroseno y se oyen megafonías en diferentes idiomas, por causas ajenas y de fuerza mayor [que excluyen de forma automática cualquier responsabilidad; como en tantas otras cosas... no hay más que ver la reunión fallida de Toronto y la felicidad de los banqueros mundiales], doy fe de que se inicia una semana dando saltos cortos para evitar pisarse las ojeras. Todo lo ganado en algo más de 48h. [que es tanto], se va perdiendo en pequeñas diócesis de frustración, una gran cura de humildad y un mucho de desesperación inútil, infértil y hasta estéril. También. Acostarse a las dos un domingo y sin haber tenido la oportunidad de deshacer el breve equipaje hace que las cosas cuesten un poco más cuando ha salido el sol. En serio.

Leo a Bucay y a algunos de sus semejantes, entre ojeadas rápidas al reloj, y recomienda, en un artículo lleno de letra dispuesta en columnas demasiado compactas para mi gusto y que suena irremediablemente a "déjà-lu", que perdamos el tiempo y no nos sintamos culpables por eso. Que nos regalemos largos momentos muertos, el nada que hacer, el reloj que no avanza y la sensación de improductividad. Me parecería bien si fuera capaz de, por un momento, llegar a la mesa una vez despachados los documentos que, en una pila [con ele; pero confieso que a veces la desearía con erre. Para que ardiera...], habitan el escritorio e inquietan mi espíritu. Siempre me he llevado mal con los plazos...

jueves, 24 de junio de 2010

Abstinencias...

Sigo ambivalente. Bisexual, como diría alguien por ahí. En un contexto gastronómico es obvio que hace reir, su expresión. Pero no sé si en el mio, tan de sentimientos y de compromisos negados, es correcto. Al menos a mi me desestabiliza. Me hace sentir raro, me perturba la paz tan largamente perseguida. Así es que parece que la tecnología acude en mi ayuda para desconectarme, del todo. He pasado de la ansiedad más incontrolable a la resignación que tanto me ha costado conquistar. Con los años. Es cuestión de tiempo. Y de alguna impotencia. De dejar de ser la niña engreída que fui alguna vez y pasar a ser una adulta más, con los pies en el suelo y algún mueble pequeño en la cabeza. Todavía queda, que nunca es tarde y todavía se puede absorber algo más. Seguro. Es cuestión de voluntad. Como sucede con las adicciones. Como sucedió contigo...

miércoles, 23 de junio de 2010

Si es que todo terminó...

Prisas y presiones. Carreras y omito las rimas fáciles, que se ajustan impecablemente. Creo que te estoy echando de menos y todavía no te conozco. Algún día dejaré de pensar eso, que me acompaña desde siempre, para creer que llegué a destino, después de un viaje fascinante en el que no he dejado de asombrarme. Todo vuelve a tirar, a llamar, como si procediera nueva etapa, un lugar distinto, otros abrazos. Pero es solo un momento, lo sé. La debilidad de una derrota por parte de uno de los gemelos, que ha desfallecido momentáneamente. Y reivindica cambios y novedades. Pero es el débil de los dos, el que guardará silencio y seguirá adelante, como casi siempre [excepto cuando decido terminar con todo y volver a empezar]. Ambivalencia sin control, en alguna ocasión.

Seré anfitriona y no voy a pensar en ti. No quiero detenerme en quienes dejaron de estar y siguen siendo, lejos. Me gustaría mirarte a los ojos y que me contaras que no tuviste más remedio, que fue invencible la fuerza que te empujó, que no quedaba alternativa, que la llamada fue determinante, a pesar de todo, a pesar de mi. Creo que me dirías que me quisiste y que ahora sigues queriendo, a alguien que nunca más seré yo. Soy de las que creen que nunca hay que apostar por nuevas oportunidades, por ser repetición, por volver a intentarse...

martes, 22 de junio de 2010

Sonrisas y otras cosas...

Asteroides y voces del pasado me acompañaron hasta el mostrador. Quise aparecer deprisa, como sorprendiéndome, sin opción a largos miedos y fue fácil porque las noticias resultaron ser de una normalidad absoluta, aburrida. Esta vez no, escribí hasta tres veces con una sonrisa en los labios [finos, de mala leche, como los de Demi Moore, me dijo una vez un experto dándose cuenta tarde de que los míos también lo eran...]. Y caminé hasta casa y dí la noticia de lejos, que ya no recordaban. Se sonrieron, felices de que el mundo, el suyo, no fuera a cambiar esa misma tarde preciosa de verano. Forcé un paseo por las calles de esa ciudad que me acoge cada día, de regreso a casa. No podía dejar de sonreir. A pesar de tantas otras cosas... de la preocupación masculina, del olvido femenino, de la indiferencia más doliente, del exceso de actividades, de la soledad física [más física que nunca], de la distancia y de tu silencio. Por ejemplo...

lunes, 21 de junio de 2010

Imposible de predecir...

Dicen que vuelve a ser lunes. Que luce el sol. Que hay sabores dulces y salados. Días cortos. Sonrisas y silencios. Dicen que hay quien vive sin prisa, sin ansiedad, sin dolor de barriga. Nada de miedo.

He ido dejando pasar las horas de esta última semana, apartando a manotazos el pensamiento acerca de mi cita de hoy, por la tarde. Cuando llegue, habrá llegado el momento. No avancemos, no pensemos. Nada de cábalas, menos conjeturas. Y me sorprende el miedo, abrazado a la espalda, como una de esas mochilas de montaña que se ajusta por un par de lugares, contorneando. Y me van a temblar las piernas dentro de un poco, cuando espere tras el mostrador a abrir el sobre blanco con logotipo monocolor.

¿Y si fuera hoy?...

viernes, 18 de junio de 2010

Defensas a la baja...

Desde el miércoles, mi agenda ha dejado de tener espacios en blanco. De pronto se concatenan citas y se siguen reuniones, que acaban con otros compromisos más de tipo personal. El día se desliza y en algún momento me introduzco en la cama, absolutamente deshecha, sin energía, agotada. Sobrellevo como puedo los dos despertares nocturnos. A mayor cansancio...
Y mis noches son poco efectivas y más bien breves porque, una vez despierta y reincorporada a la cama, me entretengo repasando preocupaciones e inquietudes. Me acaba venciendo el sueño porque soy una tía fácil [para algunas cosas; para otras no. Pero para las importantes sí, que yo soy sincera, vamos...] y descanso un poco más pero es complicado enfrentarse en esas condiciones a una nueva jornada. Hay mañanas en las que a las 8 ya estoy tumbada de nuevo en el sofá, de lo que me ha costado realizar todas las actividades desde que sonó el despertador a las 7.

Inicio de jornada intensiva, que no voy a poder seguir por varias razones. Quizá alguna tarde. Quizá en algún horario raro, que no he podido pensar aún. Un enorme suspiro, dejo escapar. Anda, vete.

El fin de semana en la punta de la nariz. Éxodo. Montaña y familia, actividades y risas, espero. Sol y viento en la cara. Quizá sea cierto que debería mirarme el hierro...

miércoles, 16 de junio de 2010

Trilogía...

No me gusta que pase un día laborable sin incorporar un post a este acervo [confieso que acabo de acudir al diccionarios.com a buscar si va con b o con v; la gramática materna y la general del país son a veces contrapuestas y una, a estas alturas, ya ni sabe...] que va creciendo. Eso significa, básicamente que no he dispuesto ni de unos minutos para dedicarme. Por tanto, que ando apurada. Sexta semana sin ayuda y me está empezando a salir cara de idiota por no haberla pedido, ni antes ni ahora. Pero me niego a incorporar cambios en mi entorno inmediato. No quiero sentirme traidora. Seguiré con mi paciencia, superando límites y bajando. Me estoy formando una opinión tan distinta de la que de ella tenía que me asusta porque me conozco y no sé disimular el fastidio. Suerte que aún han de pasar unos días para el regreso.

Están tirando petardos. Algunos son tan fuertes que me recuerdan a lo que creo que se debe escuchar en un lugar en guerra. Y los ruidos me levantan ligeramente de la silla, por inesperados. Me recuerda que habrá jaleo en casa en breve y que está todo por [no sólo ya por hacer, como sería lo normal sino por] pensar y me inquieto. Creo que tendré la misma asistencia que en años anteriores: a saber, presencias diversas que desconocen el funcionamiento de las cosas y todavía más su ubicación, con lo cual la ayuda es más bien escasa, a efectos prácticos.

He vuelto a ver fotos. He vuelto a desear tener un teleobjetivo entre las manos, frente a los ojos. He visto cosas maravillosas y he necesitado capturarlas, junto con el instante. Hace ya mucho que no sentía eso, que no me detenía ante lo que me atrapa queriendo atraparlo, detenido, inerte e inalterable, para siempre. La fotografía es algo definitivo, irreversible. Por eso cuando el resultado quita la respiración o captura la expresión perseguida o la conjunción de efectos que buscamos es un éxito de los que te hace sonreir, hacia dentro, para ti porque solo tú sabes en pos de qué andabas, cuando te detuviste paciente detrás del objetivo.

lunes, 14 de junio de 2010

Retahila...

Lunes. Despacho. Sueño. Revisito. Despacio. Aeropuerto. Sol. Turquesa. Blanco. Música. Hotel. Caminar. Coche. Paseo. Cena. Ecológico. Noche. Olas. Mar. Ventana. Sueño. Palabras. Risas. Silencios. Luz. Crema. Sol. Medusas. Balcón. Viento. Calor. Calma. Silencio. Tú. Yo. Lunes.

jueves, 10 de junio de 2010

Un par de párrafos escritos al azar...

El truco funcionó. Estuve leyendo largamente, hasta que me venció el sueño. El miedo debió acostarse a mi lado y me despertó media hora antes de que sonara mi crispante despertador, así que estaba a punto para detenerlo al primer zumbido. Odio despertar crispada pero mi despertador y su permanencia en mi vida son innegociables e irrenunciables. La noche no se detuvo y fue breve pero también reconfortante. Mi primer pensamiento al despertar ha sido para la "reparación", claro está. Luego ha ido y venido esporádicamente a mi mente a lo largo de la mañana y espero que suceda igual lo que queda del día. [Bueno, iba a escribir lo que queda de vida, pero temía que se malinterpretara, en este contexto. Porque no estoy en este punto, ni siquiera pienso en ese escenario. Como todo, lo haré en el momento en el que resulte procedente. Pero no antes. Esa lección ya me la sé...].
Día de negociaciones, de que las cosas vayan saliendo bien. Incluso el sol. Hasta desapareció la lluvia y me siento en primavera, como en el trópico, con esas enormes nubes blancas que evolucionan y mutan de tamaño súbitamente. Y el cielo vuelve a ser, otra vez, azul y regresó el calor. Día intenso, en todos los sentidos, como había empezado a decir. Con citas y veladas a compartir. Ayer fue un mano a mano con mi descendiente varón. Hoy, casualmente, le corresponde lo mismo a mi descendiente femenina (que lo es). Y no es por equidad ni ecuanimidad, no. Son las circunstancias las que programan, a veces, sin mi intervención. Y aqui estoy para darles la bienvenida...

miércoles, 9 de junio de 2010

Terrores nocturnos y otras preocupaciones menores...

Tengo un hueco aqui, en la boca del estómago. La noche es momento de grandes incertidumbres, inseguridades y miedos. Y tengo una cita para que examinen un pedacito de mi. Un examen que puede cambiar cien y una vidas, de pronto. Yo decía que el color era demasiado intenso. Redondo el tamaño pero negro y bien perfilado. La apariencia es buena, nadie se ha alarmado pero coinciden con mi criterio. Bromeo diciendo que me faltan un par de asignaturas para acabar medicina, pero es extraño que me confunda en mis intuiciones profanas y legas e improvisadas. Todo eso. Pero los diagnósticos suelen estar ahi.

Conste que el susto es doble porque, al contarlo aqui, me ha mostrado una de características cuasi idénticas [algo más marrón oscuro, si acaso pero vamos...], razón por la cual se viene conmigo el lunes. Y que nos recorten y puntúen a los dos. Cosas que compartir.
Nuestros miedos, de ambos, por ejemplo...

Hábitos y rutinas...

Dicen que es posible saber si alguien es o no jóven según lo que haga después de la cena.

Ha dejado de serlo quien se acomoda frente al televisor.

Lo es todavía aquél o aquella que se instala ante el ordenador.

Yo añadiría que cabe una tercera opción: la gente "mayor" que se acerca al ordenador espantando un poco la soledad...

Cosas bonitas...

La lluvia es gris. El cielo húmedo. Y me siento triste, a pesar de que acaban de decirme que se me ve feliz. Bueno, mejor así. Pero al día hay que sumar otros hechos, como el haber escogido un destino de playa cuando el pronóstico es de lluvia hasta el lunes. O tener hora con la dermatóloga para que vaya extirpando cosas y verifique evoluciones pequeñas, que hay que estar en todo. O que no me lleguen noticias sino silencios. Y que las voces que vienen de abajo traigan ánimos escasos, fruto de entornos enfermizos, dolientes y dolorosos. Qué frágil todo. Qué provisional. Cuánto nos apegamos a la vida, en realidad. Quejas y suspiros pero no nos abandonamos, al final...

Me gusta conversar. Y me gustan los silencios. Y te contaría que también me gustas tú. Ya no te sorprenderías porque son cosas que se saben, como la circunstancia de que la noche sigue al día o que la taza de leche quema cuando la retiras del microondas. Son evidencias, hechos incuestionables. A pesar de que sea difícil de comprender cuando intervienen nuestros sentimientos. Hace demasiado que no te lo cuento. Voy a tener que animarme y contarte cosas bonitas, otra vez...

martes, 8 de junio de 2010

Invitación abierta...

Una doctora me ha revisado y me ha hecho cientos de preguntas. He pasado el examen. 10 - 6 de tensión, a media mañana y después de un café de máquina con un punto más de azúcar. Tenía un bonito acento sudamericano y le pregunté. No puedo resistirme. Siempre ha sido así. Montevideo (Uruguay). Bonito lugar que no conozco. De pronto, busqué imagenes guardadas en la memoria y pensé que era un país interesante pero que no forma parte de la lista de destinos pendientes y que no consigo saber la razón. Quizá deba investigar un poco más. Punto y aparte. No hago puntos aparte porque se me desconfigura el formato y ya me da bastante rabia. Así, en bloque, puedo justificar y además ver quién resiste lecturas tan sólidas y compactas. Decía: punto y aparte. miles de haces de luz por casi todas partes, en repetición constante, que vuelven a fracasar hoy. Ya ni siento ni padezco molestias y pienso que me ha aplicado poca intensidad, a todas luces [nunca mejor dicho] insuficiente a los efectos perseguidos. Y eso que eran intensos, los efectos a perseguir. Otro punto y aparte: tengo ganas de hacer muchas cosas, me siento extrañamente organizadora, generando ideas que sorprendan y aplicando sorpresas generadas. Ambas cosas a la vez. También estarás invitada...

Un martes y un par de ideas...

Parece que el orden regresa. Y los hábitos que suelo seguir sin tomar consciencia de que lo son. Un ejemplo: un café largo de máquina, con un punto más de azúcar, en compañía, ahora que una baja por accidente me tiene tan sola, en esta zona de la oficina. Soy fuerte. Lo superaré. Otro hábito: reducir la velocidad y simultáneamente mirar por el retrovisor a mi paso por el radar fijo y tratar de observar el flash, al haber capturado a alguno de los coches que me seguía. No sé por qué lo hago. Cada mañana un par de veces. Y cada tarde. No tengo idea. Siempre una misma ruta, ya que no suelo seguir el consejo de romper hábitos de trayecto, eso que va tan bien para nuestras neuronas. Pero me gusta ver esa escena; jamás he detectado el disparo. No sabría de qué modo podría justificarme...

lunes, 7 de junio de 2010

Tanta estupidez...

Siento la pesadez de una comida inusual y más fuerte que la habitual. Y remordimientos por haber sucumbido. Porque todo el ejercicio no habrá servido para mucho, en estas circunstancias. El calor se cuela por el ventanal. He quitado las hierbas perjudiciales de las plantas y aumentado la frecuencia del riego, también en las que han de dar tomates. Esto significa verano. Aunque oficialmente no lo hayamos estrenado. Es algo entre él y yo. Sentada en la cama, observando las facciones ya grandes de mi descendiente femenina, me he sorprendido atando cabos, comprendiendo una de las enormes traiciones de mi vida, derivada de una conversación perfecta, de un desliz, de una franqueza cara. Ha estado ahí todo el tiempo, todo. Y solo hoy he podido darme cuenta. La importancia de los nombres, de los dos nombres, el escenario. Y he odiado a quien lo descubrió todo, sobretodo por no haber sido capaz de alertarme, de informarme de algún modo de que me estaban simultaneando. Y a mi también me he odiado por no haber comprendido nada cuando me lo contaron. No sabía que mi estupidez podía llegar tan lejos. Tenía mis sospechas pero lo de hoy rompe todos los esquemas y ya nunca más volveré a ser la misma. Nunca...

domingo, 6 de junio de 2010

Vida de domingo...

Una hace planes familiares de bajar al mar en bici y se despierta lloviendo. Bueno, ocuparme de las cosas de las que nunca puedo ocuparme no está nada mal. He tirado una papelera llena de documentos inservibles, pólizas no renovadas por haber sido sustituidas y otros asuntos bancarios. He visto una sentencia y mis anteriores testamentos y he anotado en el actual que es el válido. En la misma carpeta, una carta de despedida, algunas deudas de terceros bien documentadas con correspondencia electrónica y copia de otros testamentos que me nombran tutora, por ejemplo. He puesto orden al caos, que hoy está menos caótico que nunca. Pero es cuestión de tiempo. Son solo cuatro cajones y hay que ver lo que mutan y se desarrollan y crecen. También muestran el paso del tiempo. He visto minutas, contratos de trabajo y rentas antiguas. Nombres de personas físicas y jurídicas y logotipos. Fueron caras, facciones, rostros, personas, compañías. Y me he detenido a pensar la de vueltas que la vida da...

viernes, 4 de junio de 2010

Si existe la perfección...

Estoy abrumada...

Hay días en los que todo se ordena para salir bien, para hacerte sonreir, para sentir que todo sigue un orden establecido, armónico, perfecto.

Un gracias a las más de cincuenta almas que hoy han establecido contacto con una sonrisa en los labios.

Y un beso, con burbujas. También.

jueves, 3 de junio de 2010

Un par de ideas que anoto para no olvidar...

A veces la monotonía se rompe en mil pedazos pequeños y una se confunde de vida. De pronto el tiempo se alarga y el ámbito personal pasa a ser de dominio público. Eso inquieta. Cuando tienes planes a medio plazo y billetes de avión o reservas de hotel, disgusta e incomoda pensar que una decisión ajena pueda pulverizarlos. Y tú, con tu particular sentido de la responsabilidad, cedes.

El agua sigue su cauce y parece que la diversión ya no va a durar más. Se interrumpió el proyecto novedoso, el cambio de vida que comienza con las modificaciones de las pequeñas cosas, que acaban siendo grandes.

Y sin embargo de forma paralela aparece ante mi un espacio lleno de posibilidades. Complicado, con riesgo. Pero dónde también existen los retos, los desafíos, la dedicación a algo un poco tuyo y nada está decidido. Nada. Solo es una idea, como proyecto. Seguiré esperando, ahora que he aprendido la resignación porque no existían alternativas. Creo.

La mesa, que acusa ausencias prolongadas, está formada por capas de papeles, expedientes, dossieres, asuntos y urgencias. Soy de las que afirma con seguridad que el caos aparente es, en realidad, un desorden ordenado y sé encontrar perfectamente, casi a ciegas, lo que busco. En eso he heredado el gen paterno, de quien tomo prestada la explicación pedagógica que doy al ser cuestionada o criticada. Lo cierto es que hoy el juego de urgencias y de papeles me está desordenando a mi, que ya no tengo demasiada energía y muchas dificultadas para discernir prioridades...