Como si alguien hubiera introducido tela de saco dentro de mis ojos. Cada mañana, al despertar, lo mismo. Nada tiene que ver con el calor sofocante, mojado, de estos días y de estas noches. Aún en la cocina, pienso en que alguien tendría que avisar a Hukia que en verano se debe reducir el tiempo que se programa en el microondas, que todo sale ardiendo por la elevada temperatura ambiente. Ya lo he aprendido y hoy no hay quemaduras. Hay sorpresas. Y agradecimiento porque pienso que deberíamos ser más generos#s a veces y tener este tipo de detalles, tan gratuitos y valiosos. Altruismo. Empatía. He dejado de pensar. Tengo otros proyectos. Una ya no sabe si la apuesta va a salir bien o si es una aventura romántica en una empresa inviable. Hay que luchar y me gustan los retos, asumir riesgos, cada día más. Quizá valentía, tal vez inconsciencia. O ambas a la vez.
Anoche llegué pedaleando al mar. La compañía era grata pero incómodamente inquisitiva y una tiene una edad y unas parcelas que proteger, que ha decidido no compartir. En esencia, soy secreto. Me cuesta disimular que me interesan ciertas cosas que a todo el mundo le resultan interesantes. No pregunto apenas. Porque las respuestas me dejan fría, me tienen sin cuidado, no me importan. Egoista recalcitrante e incómoda, me estoy volviendo.
Sólo dos párrafos miserables de post y me encuentro con que concluyo incompatibilidades porque altruismo y egoísmo ni casan ni maridan bien, sino apenas lo contrario... Mis disculpas...