viernes, 29 de abril de 2016

Igual me encuentras dormida...

De nuevo una primera vez de tantas cosas. Maravillosa oportunidad tan cerca de todo. De casa. De mis calles. De mi vida. Sorprendente e inesperada, sin programar apenas. Miramos un lugar para ahora y el plan de mañana, hora a hora. Nada, más allá de eso. Estoy adormecida después de una semana intensa y crucial, de una deseada siesta que, a pesar de todo lo esperable, solo ha durado una hora. La mente ha desconectado, tan poco. Sirve igual. Porque hay risas contagiosas, muchas ganas, ninguna prisa, tiempo por delante y un sofá gris. Has decidido ducha y sigo tumbada, pensando que cuando acabes igual me encuentras dormida. Pero no. Sirve como título inducido y provocado para que improvise este párrafo. Hoy no voy a acostarme temprano, por la misma razón por la que anoche el sueño fue breve, después de improvisar un cambio de cena, fuera de tiempo. Hay inevitables...

miércoles, 27 de abril de 2016

Muchas cosas, muchas gracias...

Cuatro horas de sueño. Tres países. Tres ciudades. tres viajeros. Cuatro desconocidos. Dos salas. Tres aeropuertos. Nieve. Sol. Lluvia. Un río. Miles de pensamientos. Algunas decisiones y un par de propósitos. Todos y cada uno de los años que tengo, colgados en las españdas, cayendo sobre mis párpados. Tres dudas sobre el mismo número de destinos. Pienso, me imagino, trato de decidir. Un millón de ganas y de lágrimas, que ayer me invitaste a llorar, acompañándome. Son necesarias, dijiste. No sé qué hubiera sido de mi hoy si ayer no las hubiera llorado casi todas, contigo al otro lado, entre mis manos, al teclado, después de un largo rato tan agradable. Miles de gracias, miles de besos, por todo eso...

Mil maneras de amar...

Me han amado y he amado. A veces perdiendo el norte, el juicio, desesperada. Otras veces de manera plácida, segura y confiada. He amado mucho. Absolutamente. De forma indiscriminada, sin excusas y un poco de miedo. Insegura o fuerte como la montaña más alta. Contra las corrientes, a solas, convencida, a por todas.

He sido amada. Muchísimo y con adoración y respeto. Sigo siendo amada. Hay algo en mi, en esta época. Desde la distancia o la indiferencia, sigue habiendo muchos tipos de amor. El físico, el espiritual, el de la amistad serena que todo lo aguanta y escucha. Me han amado desde la lujuria, la pasión e incluso la obsesión, el interés y las ganas locas, las que hacen perder el temple y el sueño de las noches. No hablo del insomnio de esta etapa mia...

Lo más extraño, hoy, es ver que hay en este mundo quien ama disimulando, sin transmitirlo, para que no se note, sin hacerlo saber. Se ama, se sabe de ese amor, pero se niega y se esconde, porque de lo que no se habla no existe. No se puede ir contra los gritos del alma. No mucho tiempo: el cuerpo acaba gritando a voces.

Madurar es entender estas cosas. Reconocerlas como sorprendentes y sin embargo sonreir. Y tomar decisiones.

He amado mucho, he amado mal. Y mi obsesión, en esta época fascinante de mi vida, es amar bien. Desde la calma y la locura, la complicidad y la confianza, sabiendo que es el fin de un camino largo y difícil, que he llegado a casa, amo y me aman, somos frágiles y podemos contárnoslo. Mi obsesión es la búsqueda del equilibrio entre la pérdida de la razón y la fe ciega.

No me digáis que es imposible. No queráis arrebatarme la fe. Solo escucharé a quien opine que eso es lo más bonito que existe... 

lunes, 25 de abril de 2016

Así, voy tirando...

No me deshago del cansancio, como tampoco de las preocupaciones. Las colecciono. Me despiertan a media noche, se encuentran con los recién estrenados sofocos, y eso ya es una fiesta. Me levanto, bebo agua, regreso, empiezan las vueltas sobre mi misma, llegan los pensamientos. Así me lucen las ojeras, de luto. La suerte es que el ceño ya no aparece tan fruncido, gracias a métodos artificiales y artificiosos que no puedo decir aún que me convenzan o ponerme con todo el equipo a denostarlos abierta y públicamente. La piel bronceada es útil para tapar el rictus triste y la escasez de sonrisas; despista. Eso es lo que hay, además de muchos planes poco definidos o no, ejercicio a tandas y algo de caos, constantemente, al que no he logrado acostumbrarme aún.

Figura que estoy en una fase tranquila y que aún queda un mes pacífico, pre bélico. Y me arrastro, en todos los sentidos. Veo desmoronado mi entorno. Aún caen restos de ruinas a mi alrededor. Procuro inspirar despacio, como trayendo el oxígeno de muy lejos, suavemente. Y dejar la mente en blanco. Procuro repetirme que todo irá bien, que nada es grave, que tengo que relativizar. Intento trazarme a corto, no mirarme a la cara, imaginarme lejos y sola. Pero, ya lo sabemos, resulta que yo soy de asirme a un proyecto, un alguien, un mucho y un todo. A fondo, sin respiración ni miedos. Ni medias tintas o indecisiones extrañas. Así estamos, señoras y señores. Voy tirando, sin darme la oportunidad de escucharme para no oír mis quejas o lamentos... Voy tirando, consciente de que la vida no es esto. La vida es decidir...

jueves, 21 de abril de 2016

Cambio de aires, cambio de caras: cambios...

Esta vida [tan cachonda, ya sabemos] me está sentando a muchas mesas de diferentes lugares y calles, con personas nuevas y de lo más distintas a lo que viene siendo tónica en los últimos tiempos. Han regresado los trajes a medida, con corbatas de tonos pastel, pelos engominados, apellidos compuestos, gemelos y zapatos italianos, acompañados de sonrisas perfectas. Llegan las miradas blandas, amables y bondadosas, en esta fase. Todo se solemniza, hasta los silencios programados, los golpes de efecto, las propuestas y las miradas de reojo entre los miembros de un mismo equipo. Complicidades engranadísimas por repetidas un día y otro.

Qué distinta soy desde la primera de las reuniones de esta ronda. Me lo noto porque al menos entiendo una frase de cada cien. Algo puedo seguir. A menos que hablen muy deprisa. Bromeo. Y colecciono tarjetas de visita, que acabo de introducir en mi agenda porque queda todo por hacer y algunos serán los elegidos con los que voy a pasar noches en vela. Suelo anotar algún comentario sobre el lugar, el motivo y la fecha en la que conozco a alguien, así como uno de sus rasgos, el que sé que no olvidaré.

En el apartado de observaciones de la ficha de una de las directoras de blablablá que conocí ayer me he permitido introducir algo de poesía y reza así: "Middle 30s, morena de pelo lacio y brillante, media melena, llega algo tarde por retraso del vuelo. Se excusa dulcemente, con discreción. No se quita el abrigo ni una voluminosa bufanda gris perla en toda la reunión, como si tuviera un frío que no debía. Piensa mucho, mientras hablamos. Durante toda la presentación. Intercala alguna pregunta crucial en un tono implicado y empático. En realidad es la estratega de la operación. Me observa hasta los gestos y los silencios, las manos. El resto del equipo, hasta siete [de los cuales 4 varones de más edad que ella], calla mientras ella expone. Tiene los ojos azules más aparatosos [por espectaculares] y dulces del mundo. Nos besamos antes de entrar al ascensor".

El alma me pedía abrazarla para quitarle el frío y provocarle una sonrisa, que me abrazara fuerte susurrándome un convencido y convincente: "todoirábien..." que me quite un poco de ansiedad...

martes, 19 de abril de 2016

Quiero mudar de vida..:

Destinos para cuando haga mucho calor. Aún sabiendo que no sé mi disponibilidad. Arriesgando. Modo 'norisknofun'. Esa delicia de ver pasar fotos, planes, paraísos, lugares, islas y mucho turquesa. Elegir.

A pesar de Saturno, Marte y Plutón, por ejemplo. Y su fuerza, su lucha, su beligerancia.

No hay mucho más. Agosto se acerca. Sigue mi búsqueda. Voy a desconectar y acertaré. Como siempre. Soy buena encontrando lugares perdidos en los que perderme. Mis paraisos. Los silencios. Yo. Solo yo.

De hecho, casi lo tengo. Un par de dudas y orden de compra.

Qué simple, todo.

Qué fácil, en realidad.

Alguien me ofrece otro continente para mudarme mañana, dejarlo todo y ser otra mujer...?

lunes, 18 de abril de 2016

Hay cosas que me tumban...

Sí. Hay cosas que me tumban. Y hago el recuento hacia atrás para encontrar los denominadores comunes, que tengo claramente identificados y sé, con precisión, el segundo en el que se originan. Pero no es eso lo que entra para examen. Qué va.

Han vuelto las tormentas, todavía pequeñas. Y me preparo en silencio, mi costumbre, para lo que va viniendo, sin grandes avisos, por sorpresa. Adivino la magnitud y solo eso me basta para entrar en modo susto. Y pánico. Por fases bien definidas. Tomo conciencia de las cosas, intento salirme del paréntesis que se abrió de pronto, encontrar el sitio que me corresponde [hoy bien cerca de la trituradora de documentos que tengo bajo la mesa auxiliar de mi despacho; una bestia que destroza en todas las direcciones, imposibilitando de esta forma la ardua tarea de reconstruir cualquier papel] y, sobretodo, el punto final para ver si debo modificar rumbos, adaptarme a vientos, sortear oleajes. Como si no lo supiera. Disimulo las evidencias, como queriendo retrasarlo un poco más.

Todo indica que habrá cambios. Profundos, radicales, difíciles. Que quedará mucho por el camino que ahora paseo. Que al final, de nuevo, procede la etapa de soledad que había empezado a conocer, tuteándome a la cara y viéndome reflejada en el espejo, de refilón, con evidente falta de interés. Eso sucede cuando te dejas arrastrar por la fuerza de lo que sea que gobierna tu existencia. Eso supone que una no puede hacerse la loca con aquello que sabe que es procedente, necesario, conveniente. Aunque vaya acompañado de sufrimiento y emociones. Es como la llamada de la selva y los animales: invencible, inevitable, biológico y orgánico.

Vuelvo a respirar en grandes bocanadas de aire y por la boca. Tengo un agujero en el pecho del tamaño de un bazoka, otra vez. Siento que es época de cambios, de toma de decisiones, de reflexión y de mirar hacia dentro, obviando más lo que está sucediendo allá fuera, egoísmo puro y potencia [que hay quien confunde con la prepotencia y la soberbia; a mayor indiferencia por mi parte, más reacciones. Está comprobado y dermatológicamente testado...].

Estoy sentada en el suelo del rincón de la tristeza. Y me callo, necesito pensar. Mi autoestima y yo estamos lamiéndonos las heridas, como si un bichón maltés blanco de cinco meses estuviera pasando su lengua pequeña y rosa sobre mi piel, dulcemente...

miércoles, 13 de abril de 2016

Relación de cosas que mutan con el tiempo: y yo soy otra...

La vida.
El entorno.
Los protagonistas.
La compañía.
Los interlocutores.
Las referencias.
Las pautas y conductas.
Las tareas.
Todo.
Las responsabilidades.
Los intereses.
El ejercicio.
Los pensamientos.
Las rutinas.
Los objetivos.
Todo.
Las emociones.
Los proyectos.
Las ilusiones.
La mirada.
Las ganas.
El compromiso.
El futuro.
Las expectativas.
Todo.

Es cambiante.
Y yo, mutable y tan diferente...

lunes, 11 de abril de 2016

Patrones de conducta...

Estoy revisando patrones de comportamiento, en esta época de mi vida en la que puedo mirar hacia atrás con una perspectiva amplia. Objetivamente lo he venido haciendo siempre. Ahora hablo de concluir y valorar cómo se comporta la gente conmigo y cómo eso influye en mi propio patrón de conducta, en mis reacciones y en mis consiguientes reglas.

Me he dado cuenta, por ejemplo, de que me alejo de quien me apartó una primera vez. Y una segunda. Explicaciones peregrinas que justifican el alejamiento en evitación de su sufrimiento, con independencia del mío, claro está. Gestiono muy mal los abandonos y los apegos. Esto ya era sabido y contra eso me encuentro haciendo grandes esfuerzos ahora, precisamente. Y, paradojas de esta época de mi vida, con eso me voy desayunando alguna que otra vez.

Huyo de las personas que huyeron de mi, también. En el caso que me vino a la cabeza, literalmente salí escapada de la casa de alguien que había amagado con escapar y a quien el primer fin de semana coloqué las llaves de mi coche frente a su expresión enfadada, a media noche, señalándole la ubicación del parking y liberándola de la tortura en la que se había introducido por causas que ni recuerdo ni tenían mucho que ver conmigo. Estábamos lejos y le cedía mi medio de transporte. No me importaba. Como casi nada ahora...

Hay mucho ego enorme y suelto, por ahí. Y desconocido y mal gestionado. También hay mucho capricho regalado [y personas caprichosas, evidentemente], algo de tiranía y egoísmo.

Por todas las partes implicadas, que yo también me incluyo y trato de comprenderme y saber por qué me condiciona tanto lo que otros hacen de mi, conmigo.

Lo que de momento he decidido no admitir son los insultos. En esa dinámica ya no juego. Puedo entender miles de cosas: el tirón nostálgico, el miedo a lo irreversible, la llamada de atención y de emergencia, cuando la soledad estrangula, el enfado y la frustración ante las expectativas, los reproches consiguientes. Pero el respeto es básico y la educación se da por supuesta, como el valor en la guerra. El diálogo, incluso el silencio, es preferible a un "vetealamierda", por ejemplo...

No está resultando nada fácil eso de Garriga y conjugar el verbo amar con el adjetivo bien. Qué difícil encontrar el equilibrio, la confianza, la ilusión, el respeto, la pasión. Todo junto, en la misma persona, como en el chiste. ¿Verdad?

domingo, 10 de abril de 2016

Las cosas sucedían sin mi participación...

Lo dice Julieta, en uno de los momentos cruciales de la última peli del director manchego, que coloca una copa de vino en todos los planos en los que resulta verosímil. Un guiño a su tierra, imagino. Me he identificado con ella, la protagonista, y con su voz en off, su cara triste y su alma devastada. Una no se identifica con esa frase miserable si antes no ha dado muchas vueltas por el fondo de todo y supongo que pasará desapercibida a la generalidad, por esa misma razón. No somos tantos, al final, los tocados...

De pronto, dejas de participar en el cada día, en tu propia vida, en la de los demás. Y de repente, sin darte demasiada cuenta, solo quieres salir huyendo, escapada, revuelta y con el desorden en el pelo,  pero no tienes idea de a dónde, hacia qué ni siquiera por qué te está pasando todo eso a ti, precisamente, curiosamente. La vida va siguiendo y se mezclan el día y la tarde con la noche insomne, miras a través de alguna ventana, sin ver, puede ser otoño, o no. Se te pierde la mirada. Tal vez llueve, quizá resbalas lágrimas o se escapa una mueca que ni siquiera sabe, alcanza a ser sonrisa.

Apenas existes, quizá solo sobrevives sin ser consciente de nada y no intervienes ni participas, no opinas ni juegas y te arrastras, dejándote llevar, permitiendo que otros se ocupen de ti, de tu viabilidad, de perpetuarte, procurando que las emociones no se presenten, que ahora no hacen ningún bien. Supervivencia. Y nada más. Fluctúas. Malvives.

Confieso que he ido sintiendo eso, igual que las ganas de correr estando sentada en mi propia mesa. Todo sigue en bucle y yo no he llegado, no he terminado, no puedo parar. No es el final porque este caos no puede serlo y trato de llenarlo mientras se vacía. Inquietante, el proceso. Lo aseguro. Lo lloro con lágrimas pequeñas, como sin querer. Yo, que no sé llorar más que en casos de auténtica desesperación...


Empecemos por las primeras partes de todas las cosas...

Hace nada que hice de nuevo algo por primera vez. De hecho fueron varias las cosas, recién soñadas, planeadas y sonreidas. Mucho tiempo sin sentirme creativa, creyendo que ya no quedaban fantasias por cumplir, ilusiones que perseguir, cosas nuevas. Y de pronto la sorpresa, toda la maquinaria en marcha, mi fuerza comprimida en un solo objetivo. Conseguido.

No me pregunto si habrá más. Ni siquiera sé qué será de mi en un par de días. Como si la historia, el riesgo, no fueran conmigo o para mi, como si afectaran a terceros. He decidido que va a ser mi oportunidad, ahora que sé que a las mujeres profesionales de más de sesenta deben matarlas, porque no están en puestos visibles. El camino es largo y nos creemos que tenemos tiempo, cuando nuestras vidas son pura anécdota y se vuelan de manera mediocre, sin dejar grandes rastros. Será la oportunidad que proceda y será aqui o no. No puedo saberlo. En realidad, sigo mi camino y todavía no me he sentado a decidir hacia dónde ir para concentrar toda mi ilusión en conseguirlo.

No importa si el paseo es largo. Me da igual. Me orientaré a resultados y seguiré trabajando todo lo que ha de venir, con cuidado y sin perder de vista que la voluntad es poderosa para conseguir lo que nos proponemos. Cuando tenga tiempo escribiré mi mapa de vientos, mi hoja de ruta, mi plan de acción. Y nada va a detenerme. Incluso si decido huir...

jueves, 7 de abril de 2016

Cansancio, fuerzas, engaños y dragones...

Cansa un poco ir contra la corriente, todo el rato. Es como si todas las fuerzas universales ejercieran presión sobre mi, como si los vientos se levantaran de pronto y chocaran contra mi cara o las olas mutaran en tsunami en mi orillo. No me doy cuenta y algo sale al revés, por no decir mal. Podría entrar en detalles pero no voy a hacerlo.

Solo tengo que recordar la puñetera cruz cósmica, visualizar la imagen de colores, recordar la frase final y sonreir con una mueca timida y algo incrédula. No pasa nada. Es normal. Sigue tu camino, explora, vive y aprende, continúa, nada te detiene, nada te retiene...

Un fuego. En el alma. Un juego. Interminable. Fuego y juego. Era un juego de palabras para un título de un post. Pero ya pasó el momento, surgido a 300 kms a la ida de mi viaje último y ahora puedo obviarlo.

He decidido practicar activamente la gratitud y recordar las tres mejores cosas del día, agradecer lo más trivial aqui y que en otros lugares es puro lujo y tomar consciencia de cosas tan básicas como sentirse bien, poder hacer deporte, ser movible, poder moverme de geografía, estar pasando esta etapa rara como de película que no comprendes pero que te divierte y es útil y ayuda, al final.

Dicho esto, incompleto, veremos que no estoy engañando a nadie, ni siquiera a los dragones de fuego a los que de todas maneras es cuasi imposible despistar. Y lo digo con conocimiento de causa: mi particular dragón de fuego, encantadora compañía y compañera, oyente paciente, siempre me pilla...

miércoles, 6 de abril de 2016

Sapiosexualidad...

Me pregunto seriamente si es posible amar a alguien solo por su físico. No hablo de atracción o deseo. Me refiero a amar, compartir y proyectar con alguien vacuo y sin criterio. Sin duda soy mucho más de inteligencias, de mentes, de esas que atrapan y ya no hay nada que hacer porque es imposible liberarse de la atracción y el enganche. Por mucho tiempo.

A pesar de que hay cabezas que, en efecto, atrapan, sin piedad, algo de maldad, ningún miedo a las consecuencias y a las cicatrices que dejan a su paso, dónde nunca más vuelve a crecer la hierba o a surgir una sonrisa o aparecer la confianza. Esas también enganchan, sí. Odio pensar que pueda haber dolo, en algunos casos que he tenido que vivir en los últimos años. Pero hay comportamientos que parecen imposibles.

Me gusta hablar de mentes sanas. Respiro hondo. Me cuesta mirar hacia adelante y no sentir un poco de vértigo. Hay tantas cosas que no quiero...

lunes, 4 de abril de 2016

Yo sí soy de dulce, aunque tú no...

Cuando bebes, no mezclas. ¿Verdad? En mi caso, adoro estanqueizar. Y no mezclo. Raramente. Si lo hiciera, estaría [más] loca. Me ha costado decenas de reproches, hasta que decidí que no aceptaría más. Ni sobre este tema ni sobre casi ningún otro. Ya no tengo edad ni me interesa y he decidido vivir única y exclusivamente mi vida, con mis normas. Aunque eso haya puesto en riesgo muchas cosas. Ahora me reprochan y arrugo un poco la nariz, me retiro unos centímetros, me elevo de la conversación y me voy alejando. Con el mentón en alto. Como muy digna. Me parece una enorme falta de respeto. Y por ahí, ahora, tampoco paso.

Tener compartimentos estanco puede ser muchas cosas pero la más importante para mi es que es una suerte de respeto, incluido a mi misma. Cuando me introduzco en un paraíso, sea el espacio o la compañía, procuro que nada venga a perturbar la paz. Ni la mía ni la de quienes, en cada caso, me acompañan. A quienes acompaño yo, que a veces la compañía es el mejor de los regalos. Me parece de mal gusto mezclar aunque, ya se sabe, a veces es imposible evitar las interrupciones. Pueden ser múltiples los motivos e incluso a mi se me escapa la agenda, a veces, o el control de los hechos.

También es cierto que me alejo poco del teléfono porque existen remotas posibilidades de que las personas sobre las cuales siento responsabilidad necesiten ponerse en contacto conmigo en mis momentos de libertad, felicidad, descompresión, meditación, deporte, socialización y otras cosas que forman parte de mi paisaje diario. Pero ese mismo teléfono acostumbra a permanecer totalmente inactivo mientras no le dedico pequeños momentos de fiesta, generalmente para responder asuntos prosaicos como el trabajo. Y cada vez menos. En eso también he conseguido operar un cambio de costumbres.

No tengo idea de la razón por la que me meto en este jardín de intentar contar mi relación estanqueizada y mis pautas de comportamiento durante mis fines de semana, cuando en realidad he venido aquí a explicarme a mi misma que me siento como deshinchada y un poco apagada desde que esta misma mañana terminó mi visita al último paraíso, que ha transcurrido en un lapso de 60 horas que ha resultado ser perfecto, en todos los sentidos. Seguramente el sentido más intensamente vivido [si hay que elegir] haya sido el gusto. Sí. Por muchas razones, especialmente por lo dulce...