Deja que me acostumbre a la idea de que quieren llamarme Penélope. Supongo que por esa canción tristísima de la que me hablaron hace un par de días, contándome cuán arrollador puede ser el final [que, confieso, a mi -a pesar de gustarme la letra y la melodía- me pasó desapercibido hasta entonces] con esa desconcertante frase de "tu no eres quien yo espero". Digo supongo, porque no tengo idea de la razón que puede llevar a alguien a imaginar que ese nombre me vaya mejor que el consabido Sonia que todo el mundo se empeña en regalarme sin imaginar siquiera la importancia que ese mismo nombre tiene para mi (anotación al margen o en pie de página, como se prefiera: tod#s l#s que me conocen saben que mi nombre empieza por ese. Aqui va un guiño).
Ha vuelto a llover y anoche al acostarme nos acompañaron larguisimos truenos pero han prometido soles como huevos fritos. Eso reconforta aunque la maleta del fin de semana sea un enorme caos de desorganización e improvisación. Me empeño en viajar ligera de equipaje y acabo pillando catarros a destiempo o con zapato de montaña en una playa desierta (para tumbarme en una enorme roca del nuevo espigón, por ejemplo).
Este dato vuelve a ser cierto. Como lo es lo que aqui escribo. Ya no sé cómo exponerlo para que se comprenda desde fuera. Es rara la ocasión en la que he dejado paso a alguna fantasía y me he alejado de mis realidades presentes o pasadas. Aqui es evidente que suelo recrearme más en lo que sucediera hace algunos años, durante una de mis rupturas, de las fragmentaciones, de mis reconstrucciones a partir de esa nada enorme en la que me dejaron instalada en esas mismas ocasiones.
Me dicen que soñar mantiene la mente jóven. Y yo añadiría que es motor que empuja hacia adelante. Razón de supervivvencia. Y hasta excusa ante los desalientos cotidianos que incomodan a menudo una turbadora paz.
Pienso que tener un sueño es una obligación, como el voto, como actuar como un buen padre de familia [¿y las madres, no aparecen en el Código de Comercio español? no], como pagar impuestos y cuidar de quienes habitan tu entorno. Pero me temo que no hablamos del mismo tipo de sueños, ¿verdad? Yo podría decir que sueño con un futuro plácido y despreocupado, sin grandes responsabilidades, con una familia saludable e independiente. Pero me conformaría con quedarme así, de manera indefinida. Bueno, algo cambiaría, si...
Se me puede soñar como imagen, como construcción, una suerte de Frankesnstein hecha a retazos y de imagenes y de proyecciones. Un bikini negro, un mar, baja estatura y una superdotación, casi, rayando la neurosis de l#s perfeccionistas. Pues no es exacta ni precisa, la imagen. Pero no seré yo quien se empeñe en recordarte que somos líneas [éstas sí son rectas, como las que me empeño en encontrar hasta en las curvas] paralelas destinadas al desencuentro, mundos alejados, vidas diferentes. Ahora si. Ahora me corresponde a mi hacer el recordatorio, a los efectos oportunos. Con una ligera sonrisa en los labios...
Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...
viernes, 14 de mayo de 2010
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- spark
- Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)
Cuentan
ResponderEliminarque un dragón
nacido en una isla del sur
llego a una playa Normanda
donde una dama paseaba.
Atardecía muy despacio,
ya que eran fechas
donde el sol nunca duerme,
"Orilleando" las frías aguas
daban oleadas de besos
a unos pies blancos y helados.
En un espigón natural
el dragón había parado a descansar
observaba sin ser visto
a la paseante dama.
De todos es sabido
que el dragón
gracias su corazón de fuego
tiene el don
de leer sentimientos
tristezas y anhelos.
Aquel día el dragón
voló del Sur al Norte
para no volver más.
Nadie más supo de él
ni siquiera la dama
que lo adoptó
en su interior.
I también soy dragón......
ResponderEliminarTambién?
La cruda realidad.
Ya nos golpea.
O nos acaricia.
Cada dia.
Para que más.
Io.
Hay dragones y dragones...
ResponderEliminarprincesas y princesas...
solían gustarme más estas... pero si también eres un dragón, me lo pido brillante... tanto... como las "promesas de los soles como huevos fritos".
Insisto... eres un descubrimiento.
TLS: primero pensé que me hablabas de la leyenda de Sant Jordi. Luego olvidé de lo que me hablabas y solo seguí leyendo...
ResponderEliminarIo: drac i géminis. Coincidències? segurament n'hi ha moltes més...
Mariola (supongo): los gustos son los mismos, supongo. Aunque se deja de buscar cuando alguien "reina" en nuestro interior, ¿verdad?
Soy princesa. Dragón, según el horóscopo chino. Me encantaría poder decir que "brillo" pero eso ya no me corresponde a mi. ;) Gracias, con rubor...
Lo siento, no soy Mariola...
ResponderEliminarYa había comentado alguna vez, "diciéndote" que pensaba (que pienso) que eres un descubirmiento.
Glups, Anónimo. Voy a ir sacando la patita de donde la he metido. ¿No te doy lástima, con estas planchas? si dieras la "cara"... :)
ResponderEliminarGracias, de todas formas. Y lamento de verdad el misunderstanding... Beso.
Bueno, soy tozuda y perseverante cuando quiero aclarar algo. Eres la del 15 de abril y es cierto que te cuesta dejar de lado el anonimato. Te confundí. Lo siento. :(
ResponderEliminarNi has metido la pata, ni mucho menos me das lástima...
ResponderEliminarEn todo caso la culpa ha sido mía por no identificarme .
Hum... Esto de dar la cara firmando como Eri debe ser un eufemismo, ¿verdad? ¡No es posible encontrarte! al meos, yo no sé hacerlo. Aunque quizá no sea lo realmente importante [dijo la géminis desconcertada]. En fin: gracias.
ResponderEliminarP.S.: eri ¿no vendrá de eritema? no, claro que no... ;)
¿¿¿Encontrarme???. Pero si paso por aquí a diario.
ResponderEliminarNo será tan difícil.
Y Eri... es un diminutivo.
(...) ¿Qué es lo realmente importante?... se le pregunta a la Géminis desconcertada.
Es difícil encontrarte. Y lo sabes.
ResponderEliminarHabía deducido lo del diminutivo. Pero soy incapaz de saber el nombre que "reduce".
La Géminis desconcertada no tiene todas las respuestas. A veces, improvisa. Como ahora: digamos que lo realmente importante es que hayas llegado. O que pases por aqui a diario. Por ejemplo. Pero la lista de "cosas importantes" seguro que podría ser infinita. Como la gratitud, por ejemplo. :)
Uy... ¿No será que me confundes con alguien?.
ResponderEliminarPorque aquello de...
"Es difícil encontrarte. Y lo sabes".
Y... ¿¿haber llegado??.
Lo que da de sí un dragón, no?.
He llegado a confundirte con dos personas. Pero ahora creo que ya no me sucede. No te conozco, ¿verdad?
ResponderEliminarPienso que si tuvieras algún lugar en la blogosfera en el que encontrarte, lo habrías dicho. Por eso sabes que es difícil encontrarte...
Los dragones dan de sí hasta el infinito...
Con dos personas!!!. Curioso.
ResponderEliminarNo tengo un blog, no me lo he planteado, quizá algún día... mientras tanto "bombardeo" despacito y de a poquito por ahí (por aquí).
Estos dragones... qué majos son.
Si sigues sembrando la duda y el desconcierto, creo que voy a acabar confundiéndoete conmigo misma... :(
ResponderEliminar¿Sembrando duda y desconcierto?. No es la intención.
ResponderEliminarSólo me he limitado a comentar.
Y no podrías confundirte contigo misma, porque...
- Tú tienes un blog (yo no).
- Eres un dragón (yo aspiro a ardilla).
- A ti te han dicho que soñar mantiene la mente joven (a mi, que si me despito, me puedo dar un trancazo).
- Tienes años (yo 34).
Y así... hasta donde los dragones.
Tengo años.
ResponderEliminarEs lo más sabio que me han dicho en algún tiempo.
;)
Hasta el infinito y más allá.
¿Ves como no soy tú?.
ResponderEliminarY lo de sabio... no fue la intención, je.